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El agricultor riojano, como percepción, dice que alternamos temas técnicos con filosóficos. Allá por los años 70, el presidente de una autonomía española nos expresaba su pesar por la pelmada de agricultores que se alistaban en el partido y, al día siguiente, iban a la ... Presidencia a pedir permiso para plantar viña.
Así, jocosamente, deducíamos que en los países nórdicos funciona bien la democracia ya que el clima no permite el viñedo. Tiempo después, ya en los 80, nos enteramos de proyectos de regadío en una comarca de gran calidad en vino tinto. Nos alarmó y, por ello, advertimos a un político de la zona del riesgo para la calidad del vino.
Nos contestó que los políticos no podían hacer nada contra el riego pues, si tomaban una actitud restrictiva, la oposición, tan solo con manifestar una leve permisividad, se llevaría muchos votos. Y añadió... «Pero te agradecemos que hagas una labor cultural en ese sentido que facilitara la evolución hacia la calidad».
Nuestra actitud fue ... «¡Sin tanino no hay crianza!». Y el riego merma el tanino en el hollejo.
Hicimos lo que pudimos y persistimos. Una vez más se percibe que los frutos de la democracia «engordan» con la cultura. Pero la tarea cultural que llevamos en el agro riojano no tiene por núcleo el riego sino sus consecuencias. En este sentido intentar la transición, en el agricultor riojano, desde «los trabajos y los días» (Exiodo) al libre comercio es tarea muy ardua. Pero insistimos aunque aducen la circunstancia de la cosecha de 1969. La mejor del siglo XX que no se pagó a precio de ruina por copiosa. Precisamente en esa cosecha está implícita la ley de oferta y demanda.
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