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El Plan de Recuperación de la Unión Europea –denominado 'Next Generation UE' brinda a España la posibilidad de contar con 140.000 millones de respuesta comunitaria a los efectos de la pandemia, de los que 72.700 serían en forma de ayudas directas y el ... resto en subvenciones. No hay que olvidar que la obtención de esos fondos está sujeta a la presentación y evaluación de proyectos específicos que se ajusten a los objetivos fijados por la UE y que lo hagan, además, en un marco de reformas estructurales que permitan su ejecución y procuren su máximo rendimiento. El plan para superar la emergencia desatada por el COVID que el presidente Pedro Sánchez esbozó la pasada semana asume las exigencias de Bruselas al prever una inversión 'verde' del 37% del total de esos recursos e incrementa el compromiso en transición digital del 20% requerido al 33%.
Nominalmente, ello generaría una profunda transformación en nuestro modelo productivo, a diferencia de las políticas que se implementaron frente a la crisis financiera de 2008. Pero aumenta la incertidumbre sobre el futuro inmediato del empleo en sectores extractivos, industriales o de servicios que pueden quedar orillados en los programas de estímulo de los próximos tres años, con la consiguiente presión sobre el gasto social. Junto a ello hay aspectos que ni España ni la UE pueden descuidar. El primero es que la apuesta europea fue acordada en julio, cuando sería necesario que su monto final y su cobertura tengan en cuenta los efectos de la segunda ola y de la evolución del coronavirus. Por otra parte, la publicidad dada a la iniciativa puede inducir una diseminación tal de propuestas susceptibles de ser subvencionadas que difumine sus resultados en una pedrea o en una subasta alentada por demandas partidarias y territoriales. Está además el problema crítico de la ejecución efectiva de los proyectos y su verificación, para lo que los foros políticos y las reformas administrativas anunciadas por el presidente podrían llegar tarde o ser insuficientes.
Teniendo en cuenta que durante 2021 cada país percibirá solo un 10% de las transferencias comprometidas por la UE, los 27.000 millones que el Gobierno se dispone a adelantar dentro de los Presupuestos resultan imprescindibles, siempre que tal dotación no incremente los problemas de liquidez que atraviesa el conjunto de las administraciones públicas respecto a sus cuentas ordinarias.
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