Argelia anunció ayer su decisión de suspender con carácter inmediato el tratado de amistad con España, vigente desde 2002. Un hecho que se produce dos meses después de que Marruecos diera a conocer la carta remitida por Pedro Sánchez calificando su propuesta de autonomía para ... el Sáhara Occidental datada en 2007 como «la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso». El comunicado argelino reprocha a España su dejación de las obligaciones que le corresponderían como administrador de un territorio colonial del que Marruecos se apropió sin encomendarse a nadie. Con lo que, según Argel, Madrid habría violado el derecho internacional y degradado la situación en el Sáhara y en el Magreb. Es posible que la suspensión del Tratado de 2002 por parte de Argel no afecte significativamente al flujo energético, a la política de migración o al tránsito de nacionales argelinos por España. Pero el Gobierno deberá realizar esfuerzos ímprobos para que así sea, mientras no acaba de ofrecer resultados netos de su viraje respecto al Sáhara. Dejando en el ambiente la sensación de que ha actuado forzado, improvisando en la inseguridad y con una notable bisoñez que continúa tratando de disimular mostrándose enigmático.

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