Hace un año, el reloj se paró para los habitantes de La Palma cuando la tierra tembló en Cumbre Vieja y la lava emergió a chorros arrasando casas, cultivos y carreteras, cambiando para siempre la fisonomía de la isla. La potencia de la erupción del ... volcán elevó el cráter doscientos metros sobre los más de mil de la anterior cota y sumergió la isla durante 85 días en una atmósfera infernal de niebla, humo y gases. La presencia de ánimo de los palmeños y su capacidad de resistencia fueron puestos a prueba por una catástrofe natural que expulsó a miles de ellos de sus viviendas y devastó centenares de plantaciones y negocios de la isla. Tras casi tres meses de incertidumbre y desasosiego la erupción fue moderándose y lentamente la vida pudo recuperar parte de la normalidad. Empezaron a llegar las ayudas estatales y los desalojados cuyas viviendas quedaron en pie regresaron a su hogar. Las pavorosas imágenes del cráter crepitando dejaron de aparecer en las televisiones y la actualidad se fue olvidando del volcán. Pero los habitantes de La Palma tardarán mucho tiempo en recuperarse económica y anímicamente del shock. Solo la ayuda material y la solidaridad podrán ayudar a cicatrizar la herida que un año después todavía no está cerrada.
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