El ministro Salvador Illa convocó ayer un Consejo Interterritorial extraordinario, absolutamente indispensable, después de que los contagios registrados el jueves igualaran los máximos alcanzados a finales de abril, lo que había llevado a la mayoría de las comunidades autónomas a adoptar medidas dispersas que convenía unificar. Dicho consejo adoptó once medidas y tres recomendaciones, con las que se pretende zanjar esta escalada, cuyos términos pueden ser engañosos ya que el elevado número de contagios puede deberse al hecho de que se realizan ahora muchas más PCR, con lo que se computan asintomáticos que antes pasaban inadvertidos. Las principales restricciones impuestas son la prohibición total de fumar en la calle si no se puede mantener la distancia de seguridad de dos metros, además de acordarse que las discotecas, bares nocturnos y bares de copas no abran; Illa explicó que los brotes en estos locales, «aunque no son los más numerosos, sí tienen asociados muchos casos y, por su naturaleza, se hace más difícil identificar los contactos». Además, en los bares y terrazas, que deberán cerrar antes de la una de la madrugada, se incrementa la distancia de seguridad y se limita a diez el número de personas por mesa. Otras decisiones inciden en el incremento de PCR en residencias de ancianos y en su personal, así como que los eventos de ocio o culturales multitudinarios tendrán la obligación de hacer una evaluación de riesgos epidemiológicos antes de su celebración.

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El director del Centro de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el jueves, ya había hecho hincapié en que la consolidación de un conjunto de medidas como el adoptado es eficaz y puso como ejemplo los casos de Aragón y Cataluña, cuyas acciones de contención han sido exitosas, lo que «demuestra que se puede controlar la enfermedad». Todo indica que, después del desconcierto inicial al irrumpir la pandemia a principios de año, los sistemas sanitarios han dado pasos gigantescos que hoy minimizan los efectos de los nuevos brotes. Con todo, sigue siendo necesaria la dirección centralizada de la respuesta sanitaria a la crisis del coronavirus y un papel más activo de la asistencia primaria, que ha de incluir más rastreadores que los actuales, como reconocen todos los expertos. Hay que hacer precisamente ahora todos los esfuerzos y las inversiones necesarias porque si hubiera que volver atrás y comenzar nuevamente de cero, el desastre social y económico sería incalculable.

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