La responsabilidad de votar
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De las elecciones de hoy depende el futuro del país y el rumbo de las decisiones esenciales para el conjunto de los ciudadanosMás de 37 millones de ciudadanos están llamados a votar hoy con plena libertad a sus representantes en el Congreso y el Senado, las dos Cámaras que ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos y controlan la acción del Gobierno, entre otras competencias ... que les atribuye la Constitución. Las decimoquintas elecciones generales desde el inicio de la Transición servirán para que la sociedad española decida una vez más sobre su futuro político al optar entre las múltiples opciones de diversas ideologías que se presentan a las urnas y configurar así un mapa que refleje las distintas sensibilidades, aspiraciones y prioridades que conviven en el país. El hecho de que sea la cuarta convocatoria de este tipo que se celebra en cuatro años, en los que las instituciones se han visto sometidas a una inestabilidad insólita por su persistencia, no solo le confiere un carácter excepcional, sino que ha alimentado el hastío de la población. Puede resultar comprensible el hartazgo popular por la incapacidad de los partidos para tejer acuerdos que garanticen un Gobierno sólido en condiciones de afrontar los grandes retos que tiene pendientes España. Pero es difícil justificar la abstención en una cita crucial en la que está tanto en juego. En ella se ventila el porvenir del país y el rumbo en la adopción de decisiones esenciales para la vida de sus habitantes, que dependerá de la composición de las nuevas Cortes Generales y del Ejecutivo que salga de los comicios. Aparte de un derecho a la participación política inherente a cualquier sistema de libertades, el voto es una responsabilidad intransferible. Su ejercicio legitima socialmente las instituciones de la democracia representativa, pero sobre todo contribuye a que el equilibrio de fuerzas en ellas se ajuste con la máxima fidelidad a las verdaderas inquietudes y sentimientos de los ciudadanos. Y, por tanto, a que las medidas que aprueben sintonicen con la voluntad expresada por la mayoría. Es tal la variedad de partidos de toda condición que concurren a estos comicios y tal la variedad de sus propuestas que incluso los electores más exigentes pueden encontrar una opción que se acerque a sus planteamientos y en la que depositar su confianza. Tanto quienes acaban de estrenar su derecho al sufragio universal al acceder a la mayoría de edad como quienes lo han ejercido de forma reiterada desde el inicio de la Transición. Renunciar a ello equivale a ceder a los demás la responsabilidad sobre el diseño y la ejecución de medidas que afectan a todos.
EL PULSO DE LA SOCIEDAD. Sobran los motivos para votar y garantizar, con una masiva afluencia a las urnas, que el escrutinio de esta noche recogerá con todos sus matices el verdadero pulso de la sociedad española. La incertidumbre económica, la crisis de Cataluña, el futuro de las pensiones, el cambio climático, la igualdad entre hombres y mujeres, el reconocimiento de nuevos derechos, la correcta aplicación de los ya existentes, la reforma territorial del Estado, la mejora de las infraestructuras, el auge de los populismos... Esos factores, entre otros muchos, inclinarán a los electores a elegir una papeleta u otra y determinarán unos resultados que los partidos están obligados a interpretar de forma correcta y a actuar con la búsqueda del interés común como eje prioritario. Sea cual sea la correlación de fuerzas, ello equivale, en primer lugar, a propiciar la constitución de un Gobierno estable que acabe con la parálisis que atenaza la política nacional. Una vez hayan hablado las urnas, a las formaciones políticas corresponde entender adecuadamente la voluntad de los ciudadanos y hacerla realidad.
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