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El Plan para combatir el cáncer auspiciado por el Parlamento Europeo, que en sus conclusiones y desde una perspectiva de salud pública introduce el alcohol como un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad, había sembrado no poca inquietud entre viticultores y bodegueros ... riojanos, españoles y de toda la cuenca mediterránea donde la vid y el vino forman parte vital de su estructura económica agraria y de su acervo más arraigado. Una inquietud abonada por la impredecibilidad de la Cámara europea donde los intereses se amalgaman de forma enigmática y las sensibilidades se enfrentan sin atender a especificidades domésticas.
El proyecto inicial del Plan, plausible por otra parte en su voluntad sanitaria, amenazaba a los actores del sector vinícola en la etapa actual donde la pandemia y las restricciones en la hostelería provocaron un descenso de las ventas cuya recuperación a niveles pre-COVID se adivina solo a largo plazo. Pese a la alarma inicial, la comisión autora del informe carecía de competencia legislativa y las enmiendas al documento aprobadas en el pleno de ayer de la Eurocámara despejaron en cualquier caso la indeseable sombra que se cernía sobre el sector en forma de un eventual etiquetado del vino con advertencias sanitarias al estilo de las cajetillas de tabaco o una hipotética prohibición del patrocinio de eventos deportivos. Las enmiendas descartaron finalmente que las botellas de vino tengan que vestirse en un futuro más o menos inmediato con esa indeseada etiqueta. Todo quedará en una recomendación –de alguna forma toda la resolución es solo una recomendación– de «consumo moderado y responsable», algo que el sector defiende y publicita desde hace ya algunos años. Y esos cambios de contenido en el texto inicial también limitaron la prohibición del patrocinio de acontecimientos deportivos, donde se da visibilidad al producto, a los eventos dirigidos o protagonizados por menores. En esa línea se alinearon la mayoría de los eurodiputados españoles, aunque no todos. España, uno de los grandes productores mundiales de vino, que exporta más del 70% a la UE, abogó desde el primer momento por defender la alta calidad de su producción y por enmarcar su consumo moderado en el impulso a la alimentación saludable que abandera la dieta mediterránea y no pocos estudios científicos que la comisión parlamentaria redactora del texto inicial había desoído.
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