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Me quedo mucho más tranquilo sabiendo que el aeropuerto sigue abierto. El de Agoncillo, digo. Conocer que ahí está, dispuesto, elegante, con su pista larga y gris, con su esbelta torre de control, con sus 4.000 metros cuadrados de terminal, con aquel Instrument Landing ... System que tanta guerra dio... Cool. High technology. Vacío, sí. Sin vuelos ni aeronaves, en efecto. Pero aeropuerto al fin y al cabo, que es lo que quisimos cuando los perros se ataban con longanizas y los de 500 (¡ay, los billetes de 500!) colgaban de las moreras de Santa Juliana. Contaron que costó 18 millones (lo escribo sin ceros para no asustar). 18 millones que más los gastos generales y el déficit de estos 17 años pasados acopiarían un pastizal de grueso calibre. Es demagógico traducirlo a nóminas de médicas, de enfermeras, de auxiliares del Seris. O a respiradores. Ni lo pienso. No pensar, tranquiliza. Como tener un aeropuerto a mano. Porque si pensamos, debemos reconocer que nos cegaron las longanizas y las moreras de Santa Juliana. Y así, ahora sin respiradores, pero con aeropuerto.

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larioja Sin respiradores, con aeropuerto