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Cribado masivo en Logroño. Sonia Tercero
Con la respiración contenida

Con la respiración contenida

Editorial ·

Ya con 475 casos por cada 100.000 habitantes, la población de Logroño aguarda noticias tensa pero paciente

Domingo, 18 de octubre 2020, 09:11

La división política también en lo que concierne al coronavirus puede impedir ver con claridad la situación inquietante de la pandemia en nuestro país. El viernes se registró el mayor número de contagios (15.186) desde que comenzó la epidemia. Los casos y los ingresos hospitalarios suben en la mayoría de las comunidades; once, entre ellas La Rioja, empeoran sus datos de incidencia y solo seis bajan la ocupación en UCI. Se contabilizan más de 120 muertes diarias y hace cuatro semanas que no bajan de 100. Desde julio, se han producido unas 5.000 según el Ministerio y un 30% más según las autonomías. Ayer mismo, el Gobierno vasco aprobó medidas restrictivas como las que están en vigor en La Rioja, en Salamanca entró en vigor el confinamiento perimetral, se acumularon restricciones en Granada y Melilla... Y en Logroño, donde la incidencia acumulada escalaba hasta los 475 casos por cada 100.000 habitantes, al filo de los 500 que determina el generoso listón del Ministerio, la población seguía aguardando noticias. Lo hace con la respiración contenida, tan paciente como quienes aguardan en largas filas someterse al test de antígenos en Riojafórum y con las últimas gotas de esperanza disueltas en una frase de la consejera Sara Alba, la misma con la que ayer abría la edición este periódico: «Quiero creer que vamos a controlar la curva y que no habrá que confinar Logroño».

Con la segunda ola creciendo impetuosa en toda España, se observa que no se ha hecho todo lo que procedía para minimizar sus efectos. Sin duda, se dispone de más material y conocimientos crecientes, pero la asistencia primaria reclama más recursos y no se ha formado la red tupida de rastreadores que hubiera permitido atacar los nuevos brotes. Alemania sigue siendo el ejemplo de lo que se debió hacer.

Sería hora de que cesara esta insostenible querella entre partidos, de forma que su unidad concediera claridad y credibilidad al esfuerzo común contra la pandemia. La propia ciudadanía aplicaría mejor las medidas de seguridad recomendadas si viera que los dirigentes son capaces de luchar armónicamente contra el virus. Porque no caben paños calientes. La experiencia demuestra la imperiosa necesidad de adelantarse e intervenir con cirugía de precisión. Las medidas solo serán eficaces si toda la ciudadanía se conciencia de la excepcionalidad del momento y actúa en consecuencia. Pretender vivir como si el virus no existiera, sin asumir los cambios de hábitos que impone, es más que un error: una temeridad que amenaza la salud.

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