Secciones
Servicios
Destacamos
El viaducto de hierro sobre el Najerilla conocido como puente de Arenzana, que en la paz del lecho del río descanse, no era la octava maravilla, pero tenía encanto. Cuando pasaba por el puente nuevo, construido a escasos metros en los 80, se me iban ... los ojos hacia aquella elegante rareza del patrimonio ingenieril riojano, que en 2025 hubiese cumplido un siglo de existencia. Pero, enfermo de olvido y abandono, el 26 de octubre el puente claudicó quebrándose por la mitad y cayendo al río al paso de un camión cisterna cargado de truchas, parece un chiste, de la Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica del Gobierno de La Rioja, cuyo conductor, por fortuna, sufrió poco más que el susto.
Sé que, con tanta epidemia, tantos contagios (que parecen vaqueros del oeste, todo el día «disparándose»), tanta crisis sanitaria, social y económica, tanta restricción y tanto niñato de mierda jugando a la guerrilla urbana, el colapso de un viejo puente inservible importa poco. Pero su desplome es sintomático de otra grave enfermedad, endémica en España, caracterizada por la desidia e incapacidad crónicas de gestores públicos que nunca asumirán su responsabilidad alegando que quienes los precedieron en la misma negligencia tampoco lo hicieron. Y es que la falta de sostenibilidad del puente, que facilitó su transición medioambiental del aire al agua, era conocida por quienes debían y nada hicieron para prevenir un hundimiento evitable con una medida tan sencilla y barata como colocar barreras que impidiesen el paso incluso a vehículos oficiales.
Las excusas de la Dirección General de Infraestructuras, una de las cuatro de esa Consejería (las otras son Biodiversidad, Calidad Ambiental y Recursos Hídricos y Transición Energética y Cambio Climático) resultan patéticas: si, como afirman, era una «vía fuera de servicio», ¿qué hacía un camión suyo atravesándola? ¿De verdad era ese «el mejor acceso» para repoblar truchas en ochenta kilómetros de río? Dicen que trabajaban para consolidarlo, pero «tras el reconocimiento visual que se hizo, no hacía prever que se pudiera caer» y, claro, no llegaron a tiempo. «No pensábamos que estaba tan mal», concluyen. Así evaluaría el estado de los puentes Domingo de la Calzada en el siglo XI.
La segunda parte de esta triste historia es que el Gobierno no piensa reconstruir el puente, cuyos restos mortales serán retirados del río y de la memoria de los riojanos. Se comprende: toda pasta es poca para financiar tanta consejería, tanta dirección general, tanto jefe y jefecillo, tanto técnico y tanto asesor, aunque algunos sean tan inservibles como el extinto puente de Arenzana. Con la diferencia de que éste, además de bonito, era nuestro y nos lo hemos dejado morir.
Qué vergüenza.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.