Más que un relevo en Salud

Por otro, porque la exconsejera Alba ha conducido con intachable dedicación y no poca lucidez y acierto un área que no estaba preparada ni de lejos para afrontar una situación como la que enfrentó a partir del 14 de marzo de 2020. Además, asumió con lealtad prusiana el papelón de ejercer como portavoz del Ejecutivo en circunstancias poco favorables, mientras sus compañeros de Gabinete se camuflaban en un prudente silencio y en un discreto segundo plano, como seguramente se les exigía. Solo por ello, y sin cuestionar la autoridad de la presidenta para decidir tanto ceses como nombramientos, habría merecido Alba otra dignidad en su despedida.

Ambas circunstancias condicionan, sin duda, el desembarco de María Somalo en Salud. La nueva consejera, que ha dejado muestra de su capacidad gestora en una Dirección General de Dependencia a la que llegó en plena pandemia –superando no pocos recelos de los profesionales atañidos, que la consideraron una 'intrusa'– , se verá sometida al escrutinio de quienes ahora pretendan ver en ella solo un títere manejado desde la sombra del gabinete de Presidencia o desde la penumbra del segundo nivel de su departamento, en donde muchos buscan las razones del declive y destitución de Alba. Y por todo lo anterior, también la presidenta Andreu no podrá sustraerse de otro escrutinio de mayor trascendencia, pues de cómo se comporte y evolucione de aquí al final de la legislatura la sanidad riojana se tendrá por tanto o por más responsable a la propia jefa del Ejecutivo que a su nueva consejera.