El regreso de la Feria del Libro
CON LOS SIETE SENTIDOS ·
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Confieso, querido lector, que esta es la tercera columna que empiezo, pues, como en los libros, reviso y reviso, y en estos casos espero a una penúltima noticia que tercie mejor con lo que me propuse escribir.
Bien que esta semana tenía claro que fuera ... de la lectura y de la Feria del Libro de Madrid, no fue hasta escuchar a algunos escritores, editores y libreros charlando con Carles Mesa en 'No es un día cualquiera' y a estar en la Feria que quedó completada.
Allí, alguien afirmó que los niños no se interesan por la lectura o solo leen lo que les atrae. Afirmación que merece una columna y un libro completo, y que te hace recapacitar aún más cuando asistes presencialmente a la entrada en tropel de niñas y adolescentes para hacer otra fila inmensa para el autor o autora que les impresiona. ¿Será por la lectura, por la persona o por el personaje que un escritor también asume? Lo cierto es que en esta feria se han visto colas de espera más largas para un jovencísimo escritor o escritora de obras destinadas a lectores de entre 11 y 16 años que para creadores de larga trayectoria, protagonistas cuasi absolutos en otras ediciones. La avalancha de jóvenes y jovencísimos lectores nos da la esperanza, a todos los implicados en los libros, de que no pierdan el hábito lector, se conviertan en ávidos consumidores de literatura y forjen mentes críticas y creativas.
Por otra parte y al respecto de la literatura infantil, resultó muy oportuno escuchar a algunos novelistas reconocidos contar su experiencia tras realizar su primer cuento dedicado al público infantil y atestiguar la complejidad que, algo tan relativamente sencillo, encierra.
Sorprendente nos puede resultar la cifra de 80.000, que son los libros que se publican al año. Tan trepidante ritmo hace que con frecuencia la mesa de novedades se convierta en la 'mesa de ansiedades' para editores, autores y los propios lectores que no podemos asimilar tanta obra adquirida, pues la lectura requiere reposo.
En las ondas han hablado de lo sugerente que es una imagen para crear una idea, del propio encuentro entre literatos y de multitud de experiencias, tantas como autores han pasado por ellas, pero todos —los 'consagrados', los más noveles que aún son adolescentes, los principiantes en las firmas—, todos declaramos que el encuentro entre escritor y lector; la conversación más o menos fluida y esa ansiada y personalizada dedicatoria son el alma de la feria. Y cuando un lector al coger tu libro expresa que la fila de espera de hora y media vale la pena por ese momento —fugaz en el verbo y permanente en el texto que se lleva— se te agotan las letras momentáneamente y deseas que la lectura perjudique seriamente a la ignorancia, a la insolidaridad y a la estulticia.
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