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Entré a la farmacia y dije «¡esto es un atraco!». Había ido a ver si les quedaban mascarillas de las buenas, porque yo no tengo y voy por la calle con la cara cubierta por una de esas bragas térmicas para el cuello. Como solo ... se me ven los ojos, parezco un salteador del oeste y así hice mi entrada triunfal en una farmacia sin clientes y con dos empleados a los que logré hacer reír. Estaban detrás de una mampara y no, ya no había mascarillas.

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larioja El refugio