Pedro Sánchez viajó el jueves a Rabat para reunirse con el rey Mohamed VI horas después de que los socialistas se quedaran solos en el Congreso frente a la crítica más o menos frontal del resto de la Cámara al viraje del Gobierno respecto al ... Sáhara Occidental. La invitación del monarca alauí al 'iftar' que rompe el ayuno durante el Ramadán concedía a la cita toda la simbología del reencuentro. Pero aunque ambos mandatarios acordasen que sus respectivos responsables ministeriales trabajen para la construcción de una nueva etapa en las relaciones bilaterales, que la crisis entre Rabat y Madrid haya durado 483 días no justifica que se pospongan o dilaten los pasos para la cooperación desde ambos lados del Estrecho. Tanto en lo que respecta al flujo transfronterizo con y desde Ceuta y Melilla, como a la celebración de la Reunión de Alto Nivel que quedó en suspenso en diciembre de 2020 «antes de que finalice 2022».
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El tono que han empleado Pedro Sánchez y el titular de Exteriores José Manuel Albares da a entender que no solo esperan recuperar la situación previa al enrarecimiento de las relaciones en 2019, sino que buscan mejorar los vínculos con Marruecos respecto a los años precedentes. El comunicado conjunto recoge el compromiso de ambos países a solventar los problemas «sin recurrir a actos unilaterales o hechos consumados». Lo que sortea así la diatriba sobre la sucesión de hitos concretos que jalonaron un desencuentro claramente deliberado por parte marroquí, aunque contase también con torpezas del lado español.
El Gobierno Sánchez ha pendulado en solo un año entre la acogida por «razones estrictamente humanitarias» del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, mediante procedimientos irregulares y el apoyo entusiasta a la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental formulada por Marruecos en 2007 como «la base más seria, realista y creíble», sin encomendar la decisión siquiera al Consejo de Ministros. El jueves el Sáhara estuvo ausente en la conversación, porque Mohamed VI entiende que España ha admitido ya su territorialidad marroquí de manera irreversible. También estuvieron ausentes Ceuta y Melilla, sin que haya señal alguna de que el régimen alauí acepte su españolidad, sino todo lo contrario. Por mucho que Sánchez entienda que «está fuera de duda». El mismo voluntarismo que le llevó ayer a considerar que el probable encarecimiento del gas de Argelia corresponde al ámbito de las relaciones entre empresas.
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