Secciones
Servicios
Destacamos
Cuanto más conozco las redes sociales, menos me gustan. Puedo parecerles tajante pero es que me preocupa tremendamente el repositorio de odio feroz en el que están mutando estos recursos de Internet. Más allá de comportamientos delictivos en los que debería entrar de oficio ... nuestra sobrecargada Justicia, se está convirtiendo en triste costumbre volcar cualquier opinión, comentario o disgusto personal sin ningún tipo de filtro con el único afán de atizar gratuitamente al discrepante. Bajo el escondrijo de falsos (o anónimos) perfiles se escudan muchos odiadores profesionales que no tienen más quehacer que divulgar discursos 'anti'.
Tampoco importa mucho el contenido ni tampoco la postura. Sea sobre política, religión, gastronomía o postureo animal, siempre hay algún energúmeno que se dedica a marear al usuario respetable con comentarios malsonantes y opiniones maledicentes. Ante tanta inquina, entiendo que haya pseudomedios interesados que aprovechan esta peligrosa tendencia para generar repercusión y 'blanquear' las polémicas artificiales hasta convertirlas en temas de la agenda pública. Allá ellos (y los que les dan bola) con su ética.
Lo que realmente me entristece y me indigna es que sea el propio consumidor de redes (y de medios) el que, confundido, se retroalimente con falsedades, omisiones y medias verdades para terminar con un cabreo monumental sin saber muy bien cómo ni por qué. El freno a las fake news ha de partir de los profesionales ofreciendo noticias que son noticias. Pero también deben estar alerta los receptores potenciales de dichos mensajes. Tolerarlos y difundirlos deben ser hábitos que desterrar. Por higiene.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.