El Consejo General del Poder Judicial no logró en su pleno del jueves más que ponerse de acuerdo sobre el procedimiento a seguir para la designación de los dos magistrados que le corresponde nombrar en el Tribunal Constitucional. Es lo que cabía esperar de las ... diferencias en el CGPJ. Que a lo sumo avanzase hasta ese punto, aunque empleara cuatro horas en una deliberación que a tenor del resultado actuó como suavizante de tensiones. El procedimiento acordado prevé una convocatoria específica para la nominación de esos magistrados que queda en manos del presidente Carlos Lesmes o de cinco vocales, con la condición de que al mismo tiempo propongan a dos candidatos; lo cual daría lugar a una o sucesivas votaciones hasta contar con el respaldo de tres quintas partes de los miembros del Consejo para cada una de las personas propuestas. La reforma legal introducida en marzo de 2021 por la mayoría sobre la que se sostiene el Gobierno Sánchez, con el fin de limitar la actuación del CGPJ cuando se encuentre en funciones, no ofreció la mejor solución al bloqueo; a lo que ha seguido la excepción por la que ahora sí se le permite designar a los dos magistrados del TC frente a la imposibilidad de proceder a los demás nombramientos que le corresponden. Los cambios normativos contribuyen a dar la sensación de que una 'guerra de posiciones' ocupa el espacio correspondiente al necesario equilibrio institucional en un sistema de separación de poderes.

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Pero llegados a este punto, y mientras no desencalle la obligada renovación del CGPJ mediante un acuerdo entre PSOE y PP, toda dilación táctica en la designación de los dos vocales del Constitucional no serviría más que para extender el problema a una corte de garantías que lleva años afectada de prevenciones. El recurso a sucesivas escaramuzas desacredita a las instancias constitucionales, que solo pueden serlo demostrando que son de todos. Y desacredita también a los partidos que las utilizan de casamata para una confrontación sin fin, evidenciando así su propia debilidad al tratar de hacerse fuertes a costa de ese bien común que es el Estado democrático. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo tienen tan solo unos pocos días para salir del atolladero en el que se encuentran, sin derivar la crisis al consabido carteo o a las llamadas entre el ministro Bolaños y Esteban González Pons. La idea de alcanzar al mismo tiempo un acuerdo sobre nombres y un consenso duradero para la elección en adelante del CGPJ lo facilitaría.

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