El poder que maneja Pedro Sánchez sobre la base de una mayoría de aluvión y la inexistencia de otra alternativa le concede una notable ventaja sobre Alberto Núñez Feijóo para completar el año que queda de legislatura. Pero ni siquiera en esas condiciones puede el ... inquilino de la Moncloa pretender alcanzar la meta de las próximas elecciones por pura inercia, a pesar de que la economía soporte el embate de la crisis, se perciban los resultados de los fondos europeos y termine su mandato con un semestre vistoso en la presidencia de la UE. A Sánchez no le bastará con contemplar las dificultades que se le presenten a Feijóo para desentenderse de Vox, o con agitar la prevención ciudadana frente a esta formación. Porque necesitará reeditar en el horizonte del próximo noviembre o diciembre un bloque de investidura que sufre a cada paso la erosión de sus propias contradicciones, generando fatiga en los materiales que lo componen. Cuando Sánchez tampoco está en condiciones de adormecer 2023 a la espera de que sus socios no resten credibilidad a su propuesta para otros cuatro años. Que España trate de pasar inadvertida con el envío a Ucrania de carros de combate aparcados desde hace diez años en Zaragoza puede aflorar en cualquier momento la pregunta de por qué no aporta otros. El mensaje de fondo al que recurren Podemos y otros aliados de Moncloa de procurar la paz con Rusia mediante la rendición de Zelenski estará presente cuando Sánchez presida el Consejo Europeo.
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La continua aparición de ministras y ministros contrapunteando el argumentario del Gobierno como si con ello ampliara el abanico de posibilidades electorales resulta cansina. Cuando no insufrible en el caso de la ley del 'solo sí es sí' y en la superioridad ideológico-moral de la que se permiten hacer gala. La hibernación de reformas anunciadas como la de la ley mordaza o la de la ley de vivienda no impiden que los desajustes en la coalición hagan chirriar diariamente su maquinaria. Mientras semana a semana se demuestra que la precipitada modificación del Código Penal carecía de sentido y no hay nadie en el Consejo de Ministros capaz de explicar su porqué ni en términos políticos ni jurídicos. Con las elecciones a la puerta, Sánchez no va a poder escabullirse de los efectos que la competencia para ver quién es más independentista tendrán en la campaña catalana. Como tampoco podrá afrontar su encuentro de la próxima semana con Mohamed VI dejando que sea Rabat el que explique los resultados.
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