El verano comenzaba al ver el cartel de 'Frigo', por eso daba mucha pena hallar un helado muerto en la arena de la playa. Ahí yacía una historia de tristeza y decepción, y el otro día yo presencié en directo uno de esos cataclismos. Dos ... señoras y un niño esperaban para cruzar la calle, los tres lamiendo helados brillantes y apetecibles. Cuando se puso verde y arrancaron para cruzar, la bola del crío cayó al suelo y chocó con el asfalto haciendo un ruido burlón. Lo vi mirar hacia abajo con el cucurucho hueco aún en la mano y me contagió un segundo su desconcierto infantil.

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Hemos tenido que ir a una isla del mar Egeo oriental para apreciar los helados riojanos. Allí nos los despachaban a golpe de paletadas carísimas y violentas. «Scoops?, topics?» lanzaba al aire aquel joven heladero griego en su inglés rudimentario, más hecho para llevarse a la cama a la chavalita yanqui que le sonreía masticando chicle junto al mostrador que para conquistar a los turistas sedientos y acalorados que elegíamos sabores. El fuego que los dioses arrojaban desde lo alto del Olimpo nos fundía la mirada, que iba medio entornada del chocolate al pistacho mientras el heladero y la americana coqueteaban al modo mediterráneo.

Volvimos y alguna tarde paseamos por Portales a esa hora anaranjada en la que el sol entra como una flecha en los ojos y va dejando a la espalda sombras largas como árboles caídos. Un tipo bailaba vestido de Michael Jackson. Verlo es como ser Bill Murray en una escena de 'Atrapado en el tiempo': la misma canción cada tarde, los mismos pasos de 'Billy Jean', otro lenguetazo a mi helado y alrededor, una multitud de gente con granizados, cucuruchos, tarrinas y cucharillas.

En una escena de 'Manhattan' Woody Allen enumera los motivos por los que merece la pena vivir. Va pronunciando en voz alta una lista de razones aleatorias y geniales en la que junto a Groucho Marx o «esas increíbles manzanas y peras de Cézanne» también señala «los mariscos de Sam Wo's». Allen consignó en su inventario de motivos los platos de ese restaurante asiático de Chinatown porque no había probado los helados de Logroño.

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