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La madrastra naturaleza ya es adicta a «la bolsa o la vida, esto es un atraco». El susto como hábito. Sus criaturas más vulnerables, las más poderosas, se atragantan con la alarma sanitaria y se asfixian con el desbarre económico. ¿La bolsa o la vida? ... Pues ni pa ti ni pa mí, ya ves. El atracado saca pecho, apretuja la disyuntiva hasta reconvertirla en osadamente copulativa y elige la bolsa y la vida. Sed realistas, pedid lo imposible. Por si acaso se rodea de cortafuegos sanitarios de a riñón que desinflan la bolsa hasta la ingravidez. Y p'alante. Cada día los gobiernos comprometen gastos sin ingresos que crean desorbitadas despectativas. Son gentes de buena fe, esperan sacar de la chistera electoral un mesías multiplicador de panes, peces y vacunas. La hucha del Estado es la vaca de papel de cuyas ubres brotan a borbotones ayudas, subvenciones, moratorias, exenciones, reajustes, tan justos y necesarios como de casi imposible ejecución ¿Dónde pedir ayuda si todo el globo es manzana devorada por la víbora hocicuda sin pasaporte? España hace aguas. El mundo hace aguas y los océanos se alborotan por encima del cambio climático con el estruendo que arma Paco, el que viene con las rebajas.
O sea, con la radial. La radial es un artefacto de amolar, de recortar, de molestar, con muela electrónica que corta, adelgaza el patrimonio y multiplica la miseria. Una guillotina giratoria, preparada para roer el castillo de naipes de los presupuestos públicos (y privados). Cuánto será el coste, cuándo, cómo, en qué. Bah, esto se pasa. Y no se pasa mal, tiene su gracia. El globo terráqueo –incluido el craneal de cada cual– ya no es como era, ha evolucionando y superado el trasnochado sentido de la opulencia. Lo del diamante es para siempre es de carcas. Lo guay es esa telilla inmaculada, evanescente, con la que cada día se despiden gallardamente los desechos. El globo ya es cilíndrico, torres de rollos vuelan con la suave brisa gástrica, se desmoronan, se disuelven y toman las tuberías de Villadiego. La belleza de lo efímero, tamborcillos con encanto: ¡qué freekdance deambular en el Rolls del Hiper en fila apretujada cual cortejo de boda!
Historia inolvidable y presunto anuncio del exorcismo que potenciará la radial en cuanto salte la chispa. La chispa de ser pobres y a mucha honra. Reconvertir acelgas en ecológicas acederas; gasolina, en pies para qué os quiero; segunda residencia en ruina prehistórica...
Bah, esto pasa. Cuerpos de jota abarrotan las calles, con el sonotone apagado, sordos al rumor del oleaje de rebrotes y avisos de investigadores. Son cuentos del Calleja chino, exageraciones de políticos que se matan por un voto, mariconadas. La radial es un sonajero infantil; la mascarilla, un babero de carnaval. A vivir que son dos días y que nos quiten lo bailao. Amén.
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