Con el rabo mata moscas
LA PLAZUELA PERDIDA ·
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LA PLAZUELA PERDIDA ·
Hay un refrán muy conocido, que mis abuelos citaban a menudo, junto con aquel otro 'Holgando se descornó el buey', que dice: 'Cuando el diablo ... no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas'. Me temo que algo de esto pueda estar ocurriendo en la enseñanza pública, otrora alabada y admirada. Yo estudié en la privada, porque el internado era la única manera de que estudiáramos, con beca o pagando, los niños de pueblo, y reconozco que los chicos del instituto Sagasta, que era el único de la provincia, nos daban sopas con honda en conocimientos, que, entonces, era lo principal de la educación.
Cuando en una empresa se crea un puesto de trabajo anteriormente inexistente es porque se necesita y nace repleto de contenido; no sé si esto ha ocurrido en nuestro sistema educativo, que no deja de engullir planes de estudios, uno tras otro. Por cierto, las personas sensatas ya no saben qué hacer para que los principales partidos políticos se pongan de acuerdo y consensúen una ley de educación duradera y no doctrinaria. Parece que en España se decidió poner la educación en manos de pedagogos y psicólogos y, claro, se han puesto a trabajar en lo suyo, que no digo que sea malo, pero lo importante, que antes eran los conocimientos, ha ido deslizándose hacia otros aspectos de la educación, que quizá sean importantes, pero están llevando a que la enseñanza pública ya no sea aquello que fue. No hay más que ver cómo muchos de los propios dirigentes llevan a sus hijos a colegios privados, en vez de a la enseñanza pública, que tanto dicen defender.
Ahora, los profesores se quejan de la gran cantidad de burocracia educativa que han de resolver y del tiempo que dedican al papeleo, supongo que digital, de los nuevos aspectos de la educación, lo cual forzosamente ha de ir en detrimento de lo que antes se llamaba calidad de la enseñanza, pero que ahora parece que tiene otras unidades de medida. Y en esta especie de solenoide educativo acaba ocurriendo lo que creó un conflicto en el instituto Sagasta, hace unos días: con este afán pedagógico, casi sin límites, se acaban dando instrucciones o consejos a los profesores, como si fuesen alumnos adolescentes; y, si un buen profesor hace un comentario jocoso, le mandan a los inspectores y se habla de expediente.
Pues eso, que cuando el diablo no tiene nada mejor que hacer, con el rabo mata moscas. Otros las matan a cañonazos.
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