La mocetilla del cuento sabe esperar. Evita caídas tendida en la pendiente donde crecen las toperas y espera la señal. Sabe que él sabe que ya está aquí. El explosivo eructo arcilloso lanza al aire un ramillete de chiribitas, requiebro de bienvenida.

Publicidad

– ¿Qué? ¿Otra ... vez de pirola? Esto va a ser acoso, eh.

Jopé, Don Juan Topo. Paro a saludarte cuando paso por aquí y mira.

– Pues, mira, yo también tengo un saludo para ti. El último.

– ¿Te vas monje?

– Quizá. Busco la gloria. Soy un joven emprendedor con un proyecto I+D, la empresa 'Espías sin fronteras', oenegé de chantajes, chismorreos, intrigas, tráfico de influencias, comisiones, corruptelas.

– Te pierde la vocación política, villatopejo delator.

– Sólo sabiduría. Por aquí abajo corren las raíces del mundo, un enjambre inalámbrico, fibras ópticas, jigas, ruters, güifis. Pincho y me caen en el saco los perfiles más ocultos de todo pichi pata.

– Desagüe de pura caca.

Publicidad

– Eh, cuidao, que soy un profesional, mis bigotillos son microparabólicas, puñalitos destripasecretos. Incluido el tuyo.

Pa que me toquen la moral ya está mi hermano, que es más chivato que el ajo.

– Tu hermano ignora que eres vicepresidenta. La Quinta. Lo dicho, el último servicio de mi agenda. Acabas de ser nombrada quinta mandamasa del gobierno. Y no hay quinta mala.

– La quinta, ¿de qué?

– Léete el BOE.

Publicidad

– Dicen que es pornografía burocrática.

– Algo así. Este número contrarresta y acoge un destello de amor puro, una brizna de poder para el pueblo. Para ti, que eres más rústica que un azadón.

– ¿De verdá? ¿Y puedo mandar?

– Sin provocar revoluciones, a ser posible.

– Fíjate, con una sola cosa, con una cosita de nada me conformo. Voy a mandar lo que mandarían en mi barrio: que los mandatarios cobren el salario mínimo.

– Jo, chichi, ni pa media lombriz. Ya te has quedao sola. La torrentera de dimisiones inunda los lagos de Marte.

Publicidad

– Mejor, que se larguen, así habrá casas libres para los otros, los del mínimo y los del minimínimo vital.

– El vital muerto de hambre.

– Si los mínimos son una bendición para el pueblo por el que se desgüevan, que sepan de qué hablan. Y fuera aviones y cochazos turbo; con mi plan renove los recados se hacen a pie, en un Platero o en un Rocinante. Eso ampliará su mente y afilará lápices antes de decretar formularios de ayuda de difícil cumplimiento e imposible cobro. Dice el saber popular que rellenar papeles no rellena cazuelas.

– Puf, es que son moneditas del Tesoro, nena, del tesorillo ya, que van muy mínimas las arcas nacionales. Y el que avisa no ha sido.

– Pues vaya quintada que me regalas, topinajo roñoso.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad