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Un viejo profesional de esto repetía como un mantra la que es, sin duda, la gran tragedia con la que nace todo periodista. «No os engañéis», decía. «La gente no quiere que le cuentes la verdad, sino que le des la razón». Tragedia y paradoja: ... uno, en fin, debe servir a su público lo que quiere, pero eso que quiere no siempre es lo que uno sabe que debe servirle. El resultado es el periodismo de bandería, ese que deforma cada realidad en el molde de una visión del mundo entre lo ideológico y lo simplemente partidista. Así, cuando oigo que las redes sociales nos llevan a «burbujas ideológicas» que radicalizan y polarizan a las sociedades, recuerdo que el camino ya lo abrieron muchos periodistas. No todos. No siempre. Y el camino que abrieron esos resistentes es más necesario hoy que nunca. Aun para decir lo que no quieren oír.
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