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Qué tienen en común personas tan dispares como: Lope de Vega, Coco Chanel, Pablo Picasso, Simone Weil, Leonardo da Vinci, Ada Lovelace, Santiago Ramón y Cajal, Marie Curie, Bill Gates, Margarita Salas, Alejandro Magno, Marta Graham, Pau Casals, Elinor Ostrom, etc., y otras desconocidas?
Han ... vivido en distintas épocas históricas trayectorias vitales diferentes con un denominador común: ofrecer a la humanidad, en su adultez, unos logros que han cambiado los usos, objetos y formas en todos los campos: político, artístico, económico, científico, tecnológico, agrícola, ganadero, industrial, etc., forjando el progreso social. Esos logros son el resultado del funcionamiento de una mente con altos recursos intelectuales que en algunas no han sido diagnosticados y en otras sí pero no siempre mediante un Cociente Intelectual superior a 130, como postulara Terman en 1925 (y que algunos continúan propugnando hoy), bien porque en su época no existían los tests, bien porque aunque se hubiera podido obtener no hubiera apresado en muchas sus diversas competencias, especialmente creativas (por ejemplo, Casals, Chanel o Picasso, con el violenchelo, la moda o la pintura), y porque pretender utilizar una medida de principios del siglo XX es como pretender la vigencia actual de medidas diagnósticas de la medicina de esa época; pero sobretodo porque la alta capacidad es multidimensional, configurándose individualmente mediante distintas competencias intelectuales que puede no apresar, solo, el rígido Cociente Intelectual.
Otro denominador común es que, aunque no todas hayan asistido a grandes entornos educativos, sus contextos familiares culturalmente enriquecidos han apreciado sus competencias, han promovido su educación y los valores hacia ella, y no les han negado tomar oportunidades. Pero sobretodo, cada una ha desplegado su alta potencialidad intelectual con un constante esfuerzo personal en un entorno respetuoso, como confesaba Ara Malikian en un reciente documental sobre su vida. Todas han ido trazando su camino afrontando riesgos, obteniendo logros pero también fracasos, perseverando, desarrollando su potencial en un entorno humano que respeta su especial representación del mundo y su dedicación, guiadas por valores que les trascienden, con ética.
Pero solo son una muestra de las que han manifestado su alto potencial con eminencia; en el camino quedan otras que aún disponiendo de él no lo aplican ni manifiestan debido a factores personales y/o ambientales que modulan su expresión. Porque disponer de un alto potencial intelectual no es suficiente, hay que gestionarlo y cultivarlo adecuadamente por uno mismo y en un entorno socio-cultural favorable, salvando estereotipos fáciles (se aburren, son poco sociables, no necesitan ayuda, tienen éxito en todo, hay un número determinado según una estadística, etc.), demandas, o políticas erráticas basadas en criterios discutibles que desoyen las directrices de organismos internacionales científica y académicamente acreditados definiendo sus características, medidas diagnósticas fiables y educación efectiva.
Las personas con alta capacidad intelectual merecen el respeto de la verdad y un afrontamiento diagnóstico y educativo responsable para su desarrollo saludable que pueda contribuir a construir una sociedad de progreso con sus aportaciones, éticamente.
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