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Caballos de la Guardia Real han llegado estos días a La Rioja. Me he preguntado si alguno se llamará Pegaso, como el caballo alado de Zeus que nació de la sangre de la Medusa decapitada por Perseo. Pegaso, portador del rayo y el trueno, cada ... mañana tiraba del carro de Aurora para iluminar el cielo. El famoso programa 'spyware' debe llamarse Pegasus porque, a los ojos de espías del mundo entero, ilumina teléfonos móviles ajenos. Deben ser espías mejores que el James Bond, del MI6 británico y más sofisticados que los españoles Mortadelo y Filemón, héroes de nuestra infancia de tebeos.
Imagino a nuestros espías de cabecera localizando a los malos y deduzco que no podemos estar tranquilos. Hay malos por todas partes y los medios tecnológicos de que disponen están inventados para no ser detectados. Me deprime pensar que nosotros mismos hemos puesto nuestra privacidad y nuestra libertad en manos de Google, Facebook o Twitter y una larga lista de empresas que controlan todo nuestro universo, comercian con nuestros datos y exploran nuestro pensamiento. Saben todo de nosotros, nos espían abiertamente y lo hemos normalizado de tal manera que hasta relativizamos lo escandaloso del espionaje a líderes políticos. Esta realidad debe hacernos reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestra libertad y de nuestras democracias en el mundo actual.
En el caso del espionaje en España a través de la herramienta espía Pegasus, el Gobierno tiene un problemón de complicada resolución. Pase lo que pase no va a satisfacer a casi nadie. En el propio Gobierno no solo existen dos almas sino que una de ellas se comporta como si estuviera en la oposición y ejerciera su labor gubernamental a tiempo parcial. Vivir entre 'el ser y el no ser' no es obligatorio pero debieran saber ya que no se puede estar en misa y repicando.
Desde el punto de vista democrático espiar a políticos y periodistas con medios del estado es vergonzoso. Dicho lo cual, todos sabemos, que bajo autorización judicial, pueden realizarse escuchas cuando peligra la seguridad del estado. Así que lo urgente es conocer si se han realizado escuchas dentro de la legalidad o al margen de ella. Solo en el segundo supuesto debiéramos inquietarnos. En el caso del espionaje al presidente del Gobierno y a la ministra de Defensa ningún escenario es tranquilizador. Si se les ha espiado desde dentro del CNI, el escándalo sería mayúsculo para nuestra estabilidad democrática. Si ha sido un país extranjero, algunos apuntan a Marruecos, la confianza y las relaciones preferentes quedarían dinamitadas. Urge saber quién ha sido y por qué. No puedo evitar recordar entre tanta impostura al capitán Renault en Casablanca: ¡Qué escándalo, aquí se juega!, mientras recoge sus ganancias. Entre la basura siempre hay alguien que gana, falta saber quién.
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