A QUEMARROPA

El filme de Sam Peckinpah es una obra que marcó un antes y un después en el género del western. Su hondo y bravo romanticismo compartía tono con un lenguaje visual de violencia extrema, filmada con una estética crispada y con recursos narrativos como el ralentí que subrayaban la fisicidad del detalle.

El autor de 'La huída' volcó en su largometraje un áspero (re)sentimiento acerca de la decadencia y llenar de melancolía un cántico hacia una época construida sobre valores y místicas en desuso, que ya no tienen sentido para su puñado de bandidos que al mando del desilusionado Pike Bishop (William Holden) ven como los tiempos están cambiado y no hay sitio para ellos.

Sus hombres componen una banda de leales forajidos donde respeto tienen todavía una jeraquía y la violencia sólo es un arma para eliminar a maleantes carroñeros de moral avariciosa. Su estatus se ha disuelto y los ha transformado en tipos desarraigados que sólo buscan terminar sus días en algún sitio de México, lugar convertido ahora en una grotesca revolución dirigida por sanguinarios líderes sin un ápice de respeto y gallardía.

Lo mismo le pasa al traicionado, Deke Thornton (Robert Ryan), reconvertido en sicario y descontento al frente de un montón de infames cazarecompensas codiciosos.

Para él, más que una misión es una aborrecible mácula que no hace más que acentuar la nostalgia por los que fueron sus camaradas.

Porque de lo que habla la película 'Grupo Salvaje' es de la amistad, el honor y el valor. La mirada de Sam Peckinpah nunca fue más hermosa y poética.