Hace no demasiados años, los meses de abril y mayo provocaban no pocos nervios, desazón y hasta algún disgusto en las familias cuyos hijos habrían de empezar su ciclo escolar obligatorio en el siguiente septiembre. Tal era la presión demográfica que las plazas ofertadas en ... Logroño encajaban como las piezas de un puzle con la demanda, lo que impedía en no pocos casos el acceso del infante al centro deseado. Este año, sin embargo, quedará disponible uno de cada cuatro pupitres de los casi dos millares que hacen la oferta educativa pública y concertada del primer curso del segundo ciclo de Infantil.
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La causa hay que buscarla esencialmente en el acusado descenso de la natalidad y en la menor presencia de población inmigrante, principal sostén de las tasas de natalidad en años precedentes. Una realidad que no sólo se deja notar en la asimetría entre la oferta y la demanda escolar y amenaza con afectar a la viabilidad futura de algunos centros sino que trasciende a una sociedad que asiste impasible a su envejecimiento. Fenómeno de consecuencias tan trascendentales que sorprende la lentitud de las administraciones en articular medidas para revertir un crucero de tan incierto destino final.
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