El regreso de las manifestaciones a las calles tras dos años de pandemia devolvió ayer la normalidad a un Primero de Mayo sobre el que, como era previsible, planearon la guerra en Ucrania y sus consecuencias económicas más inmediatas. En especial, una inflación desbocada que ... genera un empobrecimiento generalizado y malestar social, al tiempo que bloquea la negociación colectiva. Los discursos de los líderes sindicales pusieron el foco en la patronal para exigir aumentos salariales equivalentes al de los precios y advirtieron de una fuerte conflictividad en caso contrario. CC OO y UGT no eludieron guiños de complicidad con el Gobierno, con el que se han anotado bazas como la reforma laboral, la revalorización de las pensiones con el IPC y la mejora del salario mínimo, eludiendo criticarle por cuestionar su reivindicación sobre el alza de los sueldos o su propósito de no aplicarla este año a los funcionarios. Evidenció tal sintonía la presencia de varios ministros en la manifestación de Madrid, en la que Yolanda Díaz prometió un nuevo Estatuto de los Trabajadores que requerirá el consenso de los agentes sociales y un amplio acuerdo parlamentario.
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La contención salarial ha sido una característica del mercado de trabajo desde la crisis de 2008. Se vio favorecida por la prioritaria defensa del empleo y por una inflación bajo mínimos. El brusco ascenso de los precios, sin que la mayoría de los convenios vigentes recojan cláusulas de revisión y con una férrea negativa de los empresarios a incorporarlas en los nuevos, augura una escalada de tensión, como quedó ayer de relieve. El pulso entre la legítima defensa del poder adquisitivo y la necesidad de preservar la sostenibilidad de las compañías habría de encontrar cauces de entendimiento en el diálogo social, lo que exige la asunción previa de la gravedad de la situación y de que para salir de ella serán necesarios sacrificios compartidos.
Los sindicatos cumplen su función social al defender los intereses de los trabajadores tras años de apreturas. Ello no tiene por qué ser contradictorio con el sentido de la responsabilidad de las centrales y de la patronal en una coyuntura especialmente delicada para buscar razonables puntos de encuentro que tengan en cuenta la situación de cada compañía o sector. Por desgracia, hoy no parecen viables ni un acuerdo interconfederal que guíe la negociación de los convenios ni el pacto de rentas propuesto por el Gobierno.
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