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Habían decidido pasar el puente de San Bernabé en el apartamento que tenían en la playa. «Así lo dejamos listo para el verano», había dicho su mujer. Tenían delante cuatro días de descanso y tranquilidad.
Llegaron tras cuatro horas de cómodo tráfico. Ya en el ... portal, vieron que su buzón estaba a rebosar. Sin excesivo cuidado fueron sacando todo lo que contenía. Entre folletos y más folletos había una carta de la Compañía de Electricidad. La guardaron y fue al acercarse al ascensor cuando vieron colgado el cartelito que decía que aquel artefacto, y hasta nuevo aviso, estaba fuera de servicio.
Cinco minutos y seis pisos más tarde, llegaban. Fue al abrir la puerta cuando se dieron cuenta de que la alarma no funcionaba. Entraron y mientras ella abría puertas y ventanas él llamó a la compañía de seguridad para avisar de la avería.
– En este momento nuestras líneas están ocupadas –oyó que una cinta le decía al otro lado de la línea–, le rogamos que espere unos segundos, por favor.
Cuando por seis o siete veces hubo oído el mensaje, la máquina le dijo que si quería hablar con el servicio comercial que pulsara el 1, si quería hacerlo con el administrativo pulsara el 2, y si lo que quería era hablar con el servicio técnico, el 3. Tras pulsar el correspondiente número, fue atendido por una señorita muy, pero que muy amable, que tras pedirle todos los datos habidos y por haber, le dijo que un técnico se pondría en contacto con ellos para solucionar el problema.
Fue al cambiarse de ropa cuando vio la carta de la compañía de electricidad. En ella se le avisaba de que, caso de no atender al último requerimiento de pago se le retiraría el servicio. Le dijo a su mujer lo que pasaba, pero que no se preocupase que iba a llamar para aclararles el error. Y lo hizo y...
– En este momento todas nuestras líneas están ocupadas –oyó que una cinta le decía al otro lado de la línea–, le rogamos que espere unos segundos...
Y, como es habitual, después de la espera correspondiente, una señorita, muy, pero que muy amable, le dijo que no se preocupase de nada, que había sido un error y que lo solucionarían inmediatamente. Fue a decir a su mujer que ya estaba el tema solucionado, cuando esta le preguntó si había entrado al cuarto de baño. Le dijo que ni tiempo de hacerlo había tenido. Pues habrá que llamar a la Compañía de Seguros, dijo ella, no sale el agua de la ducha.
Y lo hizo y...
–En este momento todas nuestras líneas están ocupadas –oyó una cinta al otro lado de la línea–, le rogamos que espere unos segundos, por favor.
Solo eran cuatro días los que pensaban pasar descansando con tranquilidad. Cuatro días que emplearon en llamar 60 veces a los de la alarma, una docena de ellas al fontanero, varias más al electricista, otras tantas a los del seguro y ... y...
Resumiendo, que todo quedó más o menos en orden el día que se tenían que volver. Se habían acabado los días de descanso y tranquilidad. Como lo leen. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere y ya saben, no tengan miedo.
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