Las elecciones de Castilla y León, convocadas para el 13 de febrero, darán inicio a un nuevo ciclo electoral que culminará en 2023, sea con las generales tras las autonómicas y locales de mayo, sea en orden inverso. Quedarán para después las vascas y las ... gallegas, y podrían demorarse las catalanas hasta agotar el mandato de Pere Aragonès a la espera de que se clarifique el panorama general. Y en lo que reste de 2022 se esperan también las andaluzas. Los comicios castellanoleoneses eran los que el PP de Pablo Casado tenía más a mano para dar el primer paso en sus aspiraciones electorales, tratando de romper el ritmo de la legislatura que pivota en torno a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. La de la gestión frente a la pandemia y la recuperación a la espera de los fondos europeos. Pero solo pueden resultar decisivos si el PP supera claramente al PSOE; cuando los socialistas vencieron en los comicios de 2019 por 479.916 votos y 35 escaños frente a los 433.905 votos y 29 parlamentarios de los populares. La disputa bipartita entraña riesgos para el convocante, el PP de Fernández Mañueco, dado que una pérdida de apoyos a favor de Vox, aun con la absorción del voto anterior a Ciudadanos, podría situar a los socialistas como ganadores de la contienda. Ello al margen de que los populares continúen en el Gobierno gracias al apoyo del partido de Santiago Abascal, teniendo en cuenta que la entrada de Vox en el Gobierno autonómico o su mayor relevancia en la gobernación de Castilla y León movilizaría el voto de las izquierdas en el resto del ciclo electoral.
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Por su parte, los socialistas corren el peligro de perder pie, bien porque las diversas opciones de la Castilla y del León 'vaciados' atomicen el voto al que aspiran los de Sánchez, bien porque las manifestaciones a bulto del ministro Alberto Garzón sobre explotaciones ganaderas intensivas, malas prácticas y producto deficiente hayan descolocado al Gobierno en su conjunto. La continuidad del PP al frente de la Junta de Castilla y León no supondría, por sí misma, un estímulo definitivo para el voto a Pablo Casado en las próximas generales. Sobre todo si depende ostensiblemente del concurso de Vox, tras dejar de lado de manera tan deliberada a Ciudadanos para convocar las propias elecciones del 13-F. Casado tiene más que perder que Sánchez en estas, tanto a izquierda como a derecha. Aunque lo importante es que la confrontación electoral en Castilla y León no polarice aun más la política en el conjunto del país.
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