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La peor noticia para la reactivación sería la aparición de brotes por una prematura apertura de fronteras, pero la recuperación precisa el intercambioLa propuesta de la Comisión Europea de que los países de la Unión comiencen a abrir las fronteras interiores a partir del 15 de junio y de manera gradual dibuja un horizonte esperanzador para la reactivación del intercambio turístico. Pero si la CE se ha pronunciado en términos tan genéricos se debe a que ni Bruselas ni los socios comunitarios están seguros del momento en que podrá hacerse realidad la libre circulación sin notables riesgos para la salud pública. De entrada, no parece razonable que España abra sus fronteras mientras persistan las restricciones para la movilidad entre comunidades autónomas, a causa de encontrarse en fases distintas de la desescalada. Situación que se mantendrá cuando menos durante la próxima semana, después de los últimos brotes y su consiguiente riesgo de transmisión comunitaria, tal como informó ayer el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Además, aunque la evolución de la pandemia marca tendencias similares en el conjunto de la UE, persisten las diferencias interregionales. La Comisión Europea plantea asimismo mantener cerradas las fronteras exteriores de la UE hasta que finalice junio. Y que, una vez liberada la circulación interior, los socios comunitarios acuerden su paulatina apertura respecto a terceros, país por país. Aunque la comisaria de Interior, Ylva Johansson, se mostró ayer escéptica sobre la posibilidad de que toda la UE logre coordinar sus decisiones. Lo que invita a pensar que el Gobierno español deberá fijar su propio criterio. La cuestión que surge inmediatamente es si el protocolo de identificación de síntomas compatibles con el COVID-19 en los viajeros resulta suficiente para evitar la infección transnacional, o sería necesario exigir certificados de negatividad a obtener con la realización de test en origen. Cuestión que ni el Gobierno ni las instancias europeas han despejado hasta la fecha de manera explícita, como si esperasen que la igualación epidemiológica entre países resuelva la disyuntiva durante la restricción. Cuando los casos importados que han aflorado en las últimas semanas obligan a contemplar el supuesto de que durante meses muchas zonas del mundo pueden presentar situaciones epidémicas peores que la UE. No habría peor noticia para la reactivación turística que la aparición de brotes a causa de una prematura apertura de fronteras. Pero la recuperación económica precisa que los gobiernos arbitren medidas que propicien el intercambio de personas a nivel global.
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