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El Parlamento británico rechazó el lunes, en votaciones no vinculantes, las cuatro opciones alternativas que se plantearon en relación al 'brexit': una «unión aduanera permanente y amplia» o 'brexit' blando; un segundo referéndum; el llamado 'Mercado Común 2.0 o modelo Noruega; y el rechazo ... al 'no acuerdo'. En realidad, la primera ministra Theresa May está presa en una pinza entre los partidarios del 'brexit' blando y el sector más euroescéptico, por lo que cabe temer que el Partido Conservador salte por los aires en cualquier momento.
El tiempo apremia, y Bruselas se está resignando cada vez más a tener que afrontar un 'brexit' duro, que causaría daños sensibles no sólo al Reino Unido sino a la economía de los 27. May anunció ayer que pedirá a la UE una prórroga hasta el 22 de mayo (antes de las elecciones europeas) y que se reunirá con el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, para evitar un 'brexit' a las bravas. El desconcierto es la norma. Y la causa, el derroche de populismo en torno a la soberanía del Reino Unido que llevó a Cameron a sumir a su país en el drama más inquietante de toda su historia contemporánea.
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