Suponemos que disponemos de una viña de una hectárea de tempranillo de 30 años de edad y hacemos su vino, produciendo inicialmente en esa hectárea y nos satisface a la cata. Después seguimos produciendo de modo creciente.

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Produciendo 4.000 Kg/Ha notaremos que ya ... decaen las impresiones tánicas en el borde de la lengua. Pasamos a producir 5.000 y, además, notaremos que decae la impresión tánica en el retrogusto. Pasamos seguidamente a producir 6.000 Kg/Ha y notaremos que, además, se aminora el aroma en la retroolfación. Alcanzando los 7.000 se pierde la impresión tánica en la zona bucal anterior. A los 8.000 Kg/Ha aumenta la acidez en las encías y ápice de la lengua. A los 9.000 se pierde el aroma detectable en la copa. A los 10.000 Kg/Ha se expande por el paladar la sensación ácida desde encías hasta el itsmo de las fauces. A los 11.000 se acentúan los sabores y los aromas de hierba; y a los 12.000 decae fuertemente el color.

Hasta los 6.000 Kg/Ha se mantiene claramente el carácter varietal. Entre producir 6.000 a 8.000 Kg/Ha el carácter varietal es dudosamente reconocible. A partir de 8.000 Kg/Ha todos los vinos parecen anónimos. No se distingue ni variedad ni origen.

Como podemos observar, lo primero que sucumbe al aumentar el rendimiento es la sensación de tanino. Depués el aroma y, al final, quedan unos pocos antocianos acompañados por hierba y acidez.

Con intención de hacer un servicio a la calidad de nuestro vino, hemos desarrollado una fórmula muy simple para saber si nos quieren vender una carga de uva de tempranillo sin saber su viña, la productividad de esa viña.

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Basta de multiplicar el peso de 100 bayas por el coeficiente 31,39 y resulta la producción de esa uva en Kg/Ha. De este modo sabemos que una viña de tinto está al límite productivo cuando 100 bayas pesan 191 gramos.

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