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El proctor se imagina como un tipo de silueta adusta y ánimo insobornable. Habita en las universidades del Imperio británico y es temido por los students. Viene a ser un ayudante del cátedro durante los exámenes, un sabueso de las chuletas, un Holmes del ... copieteo en todas sus variantes... Un tipo nacido para hacer vanos los arteros intentos estudiantiles de hacer trampa. De semejante palo, la virtualidad ha parido la astilla del proctoring, una técnica que hace posible que los exámenes a distancia sean vigilados por reconocimiento facial y alteraciones de las variables biométricas. Lo que viene a ser que un picor en la corva, un hormigueo en el muslamen o un meneíto para corregir postura valer un suspenso ipso facto y vaya el alumno a pedirle cuentas a la madre del proctor. La UR no es muy partidaria. Prefiere que la chavalería se rasque la entrepierna. A propósito, se me ocurre un proctoring en el Congreso. Con descarga al que se menee del escaño. O al que se duerma. Vaya risas.
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