Secciones
Servicios
Destacamos
Como muchos jóvenes de su edad, debido a la pandemia y a principios de 2020, mi hija Marina volvió a casa. Para ella fue duro, porque llevaba más de diez años viviendo fuera. Anteriormente había trabajado de profesora en Cataluña (por cierto sin hablar catalán) ... así que con ese antecedente pensó que podría probar suerte en las oposiciones de Secundaria. Barajó varias opciones porque ha estudiado una Ingeniería y al final se decantó por la especialidad de Matemáticas porque siempre se le han dado bien y además salían muchas plazas. Eso sí, eligió Canarias porque al no ser su especialidad pensó que tenía más posibilidades, ya que las pruebas eran teóricas y no incluían resolución de problemas. Así que durante varios meses, cuando alguien le preguntaba el motivo de presentarse tan lejos, ella decía la frase de «en Canarias no hay problemas».
El caso es que, para su sorpresa y la alegría de todos, sacó la plaza y desde septiembre está destinada en un instituto de Gran Canaria. A pesar de la distancia hablamos con frecuencia y nos explica que en las islas hay muchos problemas, y no precisamente de Matemáticas. Por lo visto, lo de la hora menos rige también para el progreso y el desarrollo.
Trabaja en un instituto con chicos y chicas con muchas carencias sociales y emocionales, por lo que es como si viviera permanentemente en un serie de televisión. Cada día vive un capítulo diferente en el que no falta ningún ingrediente de los que le gustan a los guionistas. A estas alturas de curso, ni que decir tiene, su padre y yo nos hemos familiarizado con alumnos y profesores y nos alegra comprobar que Marina afronta con fortaleza y profesionalidad las numerosas hostilidades. Eso sí, dedica más tiempo a referirse a los que trabajan y se portan bien, que son muchos y muy especiales que a los que, de vez en cuando, meten la pata. A pesar de que este primer destino no es precisamente un camino de rosas ha optado por continuar ahí el próximo año, porque cree que hay mucha tela que educar. Pero en esa decisión también influye una persona a la que no conozco personalmente pero a la que tengo un gran afecto. Se trata del director del centro, su nombre es José Miguel y según Marina es capaz de resolver cualquier conflicto. Pero además, lo que ella quizá no advierte, es que este hombre le está enseñando el hermoso oficio de maestra. A ella y a todos los profesores en prácticas.
Por lo que cuenta mi hija, José Miguel no se rinde nunca y es un gran ejemplo porque cada día libra una batalla diferente como si en vez de un funcionario público fuera el dueño de unos recreativos, porque está disponible mañana y tarde y es respetado y querido por los tres estamentos del centro los docentes, los alumnos y las familias.
Así que parece ser que Canarias sí tiene problemas, y que en materia de educación es una comunidad con un claro retraso. Por eso, y dicho sea de paso, ojalá los gobernantes (en Canarias y en la península) estuvieran a la altura de José Miguel en su implicación con la educación pública.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
98 puntos Parker: ¿Cómo funcionan las puntuaciones de los vinos?
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.