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Vaya por delante: no creo que los alfareños sean más cabezachorlitos que los demás habitantes del planeta mundo. Pero las cosas como son, el calendario ha hecho que la mala cabeza de algunos se vea más que la de cualquier otro. Y por eso Alfaro ... me sirve para lamentarme de un problema al que no le veo mucha solución, y la que le veo me gusta poco.
Veamos. A Alfaro le pilló el cierre del ocio nocturno en medio de sus 'no fiestas'. Lo de «no» era de puertas afuera. De puertas para dentro, en lo privado, donde no llega ni la Policía ni nadie, la cosa era muy otra. En eso que allí llaman «cuartos», y en otros sitios chamizos, huertas o simplemente la casita de cada uno. Allí se reunieron las cuadrillas como si nada. Algunos para comer y para cenar, otros para trasnochar. Muchos jóvenes, pero otros que no tanto. Ellos sabían perfectamente que eso no era lo que debían hacer. Pero lo hicieron, quizá porque no había empezado apenas este bofetón de segunda ola.
Los alfareños se lo han comido en sus carnes, pero el ansia es la de todos. Seguir como si nada, festejar, abrazarnos, encontrarnos. Y eso, señores, es algo que sencillamente tenemos que dejar de hacer como antes.
Si los ciudadanos no cumplen en público es un problema, pero con solución más fácil. Pero si deciden hacerlo en lo privado, donde nadie les ve, el problema es muchísimo más grave, y la solución peor. porque supondría hacer menos privado lo privado. Y ya hemos perdido demasiadas cosas.
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