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Ni su profesión es la docencia ni ocupa ningún puesto en la Administración que requiera conocimientos especiales de lingüística. Nuestro hombre viene trabajando desde 1997 y nunca se le había exigido dominar el catalán para desempeñar su profesión.
Ahora leo que el Consistorio dirigido por ... Ada Colau le ofrece, quid pro quo, hacerle fijo pero exigiéndole como condición obligatoria hablar catalán. Eso sí, acreditando que posee el nivel C1 (poder expresarse con fluidez y espontaneidad, y utilizar la lengua de manera flexible y eficaz para propósitos sociales, académicos y profesionales).
«Después de 26 años trabajando, ahora, para dejar de ser un trabajador temporal y pasar a ser fijo, me exigen dominar el catalán. Nunca me habían advertido de que el dominio del catalán era condición indispensable para realizar mi trabajo», se queja nuestro hombre.
Pero ya ven. Así están las cosas. Veintiséis años lleva currando y ahora le viene doña Ada diciendo que si no sabe catalán (eso sí, nivel C1) no podrán hacerle fijo.
Él hablará de discriminación lingüística y ella dirá que su obligación es velar por que los puestos de trabajo que necesiten un perfecto conocimiento del catalán sean ocupados por las personas más apropiadas en cada uno de los casos. Y ahí están unos y otros. Supongo que en un tira y afloja que mucho me temo acabe como el rosario de la aurora. Eso es todo.
¡Ah!, por cierto, que se me olvidaba. El trabajador este del que les estoy hablando, el que necesita saber catalán, eso sí, nivel C1, es de origen sevillano, músico de profesión, con contratación permanente, primero de obra y servicio y después de interino, y que desde 1997 toca el clarinete en la magnífica banda municipal del Ayuntamiento de Barcelona.
En resumen, es buen músico, lleva veintitantos años ejerciendo, pero ahora parece surgirle un problema que puede impedirle continuar con el desarrollo de su profesión. Y no es que se le haya olvidado distinguir las fusas de las semifusas, ni que desafine tocando aquello de Baixant de la Font del gat es que ni él, ni su clarinete saben hablar catalán, nivel C1, ¡por supuesto!
Y aquí lo dejo porque de la risa me he caído de la silla. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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