Una prioridad vital
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La necesidad de inmunizar a la inmensa mayoría de la población obliga a disipar los infundados temores a las vacunasLa sucesión de anuncios sobre los prometedores avances que presagian la próxima comercialización de vacunas con una elevada eficacia acerca un horizonte de relativa normalización de la vida social, gravemente alterada por la pandemia. Aunque la prudencia aconseja esperar a que concluyan los ensayos clínicos ... en marcha y a una verificación independiente de sus resultados, los datos conocidos hasta ahora invitan al optimismo. Mas pronto que tarde la población comenzará a ser inmunizada contra un virus que ha causado devastadoras consecuencias en todo el planeta. Resulta imprescindible asegurar el éxito de ese proceso, que añade a sus dificultades logísticas un problema inesperado: los recelos de una parte significativa de la ciudadanía.
Es preocupante que un 47% se resista a vacunarse inmediatamente después de que estén disponibles las primeras dosis, frente a un 38% que se declara dispuesto a hacerlo, según el CIS. Extender la inmunidad a la mayor parte posible de los residentes en nuestro país debe constituir una prioridad absoluta de las instituciones en la defensa de la salud pública y del interés general. A ellas corresponde transmitir con la máxima claridad y transparencia información veraz que disipe los recelos que puedan albergar sectores de la opinión pública y generar así la confianza necesaria para que una amplia mayoría dé voluntariamente ese paso. Debe quedar de manifiesto, sin ningún género de duda, que la rapidez con la que prestigiosos laboratorios han progresado en sus investigaciones en modo alguno condiciona los exigentes estándares científicos de seguridad consustanciales a estos productos, así como los beneficios tanto individuales como colectivos que aportan, infinitamente superiores a sus eventuales riesgos.
La alta concienciación sobre la efectividad de las vacunas existente en España permite confiar en que, conforme sean visibles sus resultados, llegarán a la inmensa mayoría de los ciudadanos sin necesidad de que el Ministerio de Sanidad declare obligada su administración. Tras el reguero de muertes y destrucción económica y social dejada por la covid, sería imperdonable despreciar por infundados temores la ansiada solución a la mayor emergencia sanitaria en el último siglo. En ese proceso, las instituciones y las principales fuerzas políticas han de ir de la mano. El ruido y la confrontación partidista serían los mejores aliados del virus.
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