La vicepresidenta segunda de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, corrigió ayer las previsiones del Gobierno, rebajando el crecimiento del PIB para el año en curso hasta un 6,5%, con un 7% para 2022. La causa principal de esa revisión a la baja, respecto al avance de octubre de 2020, sería el impacto de la tercera ola epidémica sobre la actividad económica, junto a la dilación en el tiempo de las ayudas provenientes de la UE. Con la paradoja de que parte del incremento del déficit público se deberá a la prolongación de los ERTE que contendrán la evolución del desempleo durante éste y el próximo ejercicio. La previsión corregida del Gobierno para 2021 sintoniza con el 6,6% de la Airef y con el 6,4% del FMI. Situándose por encima del 6% del Banco de España, y el 5,7% de la OCDE. Aunque son los cálculos para 2022 los que dejan solo al Gobierno. Calviño resumió los pronósticos que maneja el Ejecutivo Sánchez con una frase elocuente: la recuperación se retrasa en un trimestre. Tres meses no son nada si los acontecimientos se contemplan a distancia. Pero en la proximidad de las empresas directamente afectadas por la crisis y de las familias que atraviesan serios apuros, un trimestre más de penurias es un período insoportable. Además, el aserto de la vicepresidenta Calviño, limitando el contratiempo a tres meses, constituye una interpretación voluntarista del devenir. Presuponiendo que la vacunación despejará del todo el horizonte, sin que la incidencia del coronavirus añada más dificultades. Y en la seguridad de que entre finales de 2021 y principios de 2022 se hará notar el 'Next Generation' de manera palpable. Hasta vaticinar que el próximo año nos devolvería prácticamente a los momentos previos a la pandemia. Recuperando una senda razonable del 3,5% para 2023 y del 2,1% para 2024. Nadie dudaría hoy en firmar el cumplimiento de las previsiones de Calviño. Pero la confirmación de su pronóstico depende de dos variables que se encuentran fuera del control de las instituciones españolas. De que una vacunación como la anunciada por el presidente Sánchez persuada a millones de compatriotas y de europeos de disfrutar del verano en nuestro país, con la consiguiente reactivación de la movilidad en otros ámbitos de la economía. Y de que en la concurrencia de proyectos para acceder a las ayudas de la Unión las empresas con matriz española se acerquen al copo de sus posibilidades, aunque se hagan efectivas el año que viene.

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