El inabarcable tronco del árbol de la pandemia pone en peligro la visibilidad de un bosque de enfermedades sobre cuya prevención venía trabajando con singular intensidad, y con celebrado éxito, la sanidad pública riojana. Programas habilitados para la detección precoz del cáncer de mama (que ... ayer conmemoraba su día), de cérvix o de colon son también víctimas colaterales del coronavirus. La exigencia de activos sanitarios humanos y materiales para la lucha contra el coronavirus ha mermado la capacidad para la realización de cribados entre la población de riesgo. El año pasado, 14.000 mujeres se sometieron a revisiones de cáncer de mama en La Rioja; este curso, hasta septiembre, se han alcanzado 'solo'. 7.700. Cerca de 3.000 varones han visto aplazadas sus pruebas de detección de cáncer de colon. Y del cribado del cérvix, sin datos oficiales, la expectativa es similar. El resultado temido, a medio y largo plazo, será el repunte de casos. Y no son estas, desde luego, las únicas enfermedades damnificadas por el estrago sanitario del COVID-19. Los miles de afectados por todas ellas necesitan y merecen el esfuerzo, otro, extra de la Administración. Para que, en salud, tampoco nadie se quede atrás por la pandemia.
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