El 4 de enero de 1920 murió Benito Pérez Galdós. Un siglo después nadie discute la calidad de su inmensa obra literaria que retrata la variada esencia de la sociedad española de su tiempo. Sin embargo, Galdós tuvo grandes detractores entre sus contemporáneos. La inquina ... contra él suscitó un virulento movimiento para evitar que le dieran el premio Nobel de Literatura en 1913. Desde las filas del conservadurismo, con ayuda de la prensa ultracatólica y el periódico El Siglo Futuro a la cabeza, se promovió una campaña para desacreditarlo ante la Academia Sueca enviando cartas contra él. Le acusaban de ser anticatólico, revolucionario y sectario. Puede decirse que Galdós no tiene el premio Nobel porque España se lo negó en las tres ocasiones en que estuvo a punto de obtenerlo. Mejor un extranjero que un español que no piensa como yo. Triunfó la estupidez sobre la lucidez, y es que en este país somos más de peleas sectarias e inútiles que de solventar diferencias en beneficio de todos. El cainismo endémico y darnos de bofetadas hasta herirnos es nuestra habitual costumbre. Parece que disfrutamos del daño que hacemos a los demás sin ver que nos lo hacemos a nosotros mismos. La intolerancia como bandera. ¡Qué disparate!

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El 27 de noviembre pasado murió Almudena Grandes a los 61 años dejando una enorme tristeza no solo en su familia sino también entre sus lectores. No hay duda de que la noticia ha conmovido a muchos y ha mostrado lo peor de otros. Sin ella saberlo ni quererlo, desde la fría tumba que ocupa tan temprano se ha visto envuelta en una polémica de mal gusto. Como su querido Galdós, Almudena se ha convertido en el objetivo de una pelea de insensateces entre los que utilizan su recuerdo y quienes quisieran borrarlo. Una nueva tristeza añadida al dolor de su viudo, el poeta Luis García Montero, que bastante tiene con superar el duelo. Las declaraciones del alcalde de Madrid sobre la falta de méritos de Almudena Grandes para ser hija predilecta de la Villa muestran el talante cainita al que me he referido antes. No creo que a Almudena Grandes le preocupara lo más mínimo la obtención de ese galardón, pero seguro que estaría molesta si conociera el mercadeo que se ha generado en torno a su figura. No ha habido empacho en aceptar su nombramiento a cambio de que los tránsfugas de Más Madrid votaran el presupuesto de Martínez Almeida. El alcalde, tan oportuno él, ha declarado, a renglón seguido, que Almudena carece de méritos. Ha dejado claro que gracias a tan bajo precio él ya tiene aprobado su presupuesto. Todo es de una bajeza que hiere y que demuestra no que «negociar es ceder» sino que hoy en política cualquier precio es pequeño para seguir en el poder. Como ya escribió Galdós hay en política quienes «no aspiran más que a pastar en el presupuesto».

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