PRESIÓN SOCIAL

Pero por mucho entusiasmo que este colectivo le ha puesto al asunto, sus tiempos no son los de PSOE y Podemos, que parecen manejarse por un calendario más parsimonioso, menos urgente. Lo suficiente como para tomarse el puente de agosto, en lugar de encerrarse en el Parlamento y acordar si llegan a un acuerdo o acordar que el acuerdo es un imposible. De lo que cabría esperar que inmediatamente, por vergüenza, fueran preparando las renuncias a sus actas y su despedida de la vida política. Porque no se merecerían el escaño.

Pues bien. En estos dos grupos tienen depositadas su confianza ese medio millar largo de conciudadanos que asegura poner voz a miles de riojanos. Un voluntarioso ejercicio de presión social que, muy probablemente, verá frustradas sus expectativas, incluso aun cuando sus partidos formen Ejecutivo, pues nacerá con una sombra de interinidad dados los profundos recelos que se profesan.