Me encanta poder elegir entre muchas opciones, cuantas más, mejor. Los lineales de lácteos del supermercado me parecen un mar de posibilidades a mi alcance; con sus almidones, sus estabilizantes y sus aditivos hacen que la variedad sea infinita y, sin embargo, consiguen que la ... que acabe eligiendo me reconforte y la sienta como acertada. Es como si el nombre y el packaging del producto empoderaran mi elección. O cuando entro en una nueva tienda de ropa encandilada por los conjuntos del escaparate y franqueo la puerta, percheo y fiscalizo estanterías... ¡qué originales!, pienso, el encantamiento empieza a decaer delante del espejo del probador y a la salida se ve reducido al número de artículos que me quedan bien, uno o ninguno.
A mí la diversidad me genera expectativas. Soy muy fan de la diversidad. La polarización me aburre aunque reconozco que tiene su punto divertido. Raras avis como un sindicalista de derechas o una catequista republicana son oxímoron que generan esperanza hacia un mundo sin estereotipos, menos predecible y con mejor futuro.
La publicidad nació de la diversidad, de la proliferación de productos y servicios que había que diferenciar y explicar sus bondades. Y ahí seguimos, eso sí, siempre pegados al sentir de la sociedad y de la actualidad, como fuentes de inspiración y de conexión. Por eso, cuantos más productos haya, mejor nos irá al sector, porque más campañas nos contratarán para venderlos. Pero no (solamente) por eso es favorable la competencia, sino porque mejora esos productos y esos servicios en la medida en que sigue evolucionándolos y porque desarrolla la creatividad.
A todos nos gusta elegir y todos somos vendedores de nosotros mismos o de nuestras ideas. Todos somos publicistas
Poder elegir siempre es bueno, aunque nuestros clientes opinen lo contrario, qué más quisiéramos los que trabajamos 'vendiendo' que nuestro producto fuera único o que sus competidores se contaran con los dedos de una mano. Lo normal, en el libre mercado, es que haya competencia y la publicidad es una herramienta imprescindible para que decida qué yogur echar al carro.
La diversidad estimula la creatividad. Que se lo digan si no al sector más representativo de La Rioja, con más de 550 bodegas en toda la Denominación de Origen y más de 2.000 marcas, cada una de ellas con su naming, diseño, relato y su estrategia de venta.
A todos nos gusta elegir y todos somos vendedores de nosotros mismos o de nuestras ideas. Todos somos publicistas con mayor o menor suerte. Me refiero al sentido característico de la especie humana de querer convencer o persuadir hacia una postura o forma de pensar. Con intención o involuntariamente. Para cuestiones trascendentes, como la política sobre Educación en un país; o para las cotidianas, como el destino de vacaciones de este verano con tus amigas.
Nos gusta que nuestra decisión sea 'la decisión'. Que los demás corroboren nuestras opiniones es un bálsamo de ego. Se nota en las creatividades publicitarias, cuándo un eslogan o una idea está hecha para quien paga o para quien compra. El segundo caso funciona, el primero, poco o nada.
La buena publicidad ayuda a vender y abrillanta las opciones a elegir, incluso entre candidatos de un programa electoral, como parecía aventurar el título de este artículo.
La diversidad de productos y servicios es buena, sana y nos favorece a todos. Haga que su marca sobresalga entre las de su competencia contratando a profesionales que la conviertan en única, tenga sentido y sea la elegida en el lineal.
Feliz Día de la Publicidad.
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