¿Estaba todo preparado?

Pero al margen de la claridad, o no, de estas penas máximas –la ultima, quizá la más discutible, en la épica final del domingo, la mejor de todos los tiempos dicen los entendidos–, Argentina se lo ha merecido y, por supuesto, Messi se lo merecía. La albiceleste, como hizo nuestra selección en 2010 cuando ganó la única estrella que luce en el pecho, se recuperó de la derrota inicial –no creo que estuviera preparada–, algo que nunca es fácil en un torneo tan corto. Y sin margen de error, apeló al carácter y la personalidad de unos futbolistas con hambre –como hizo hace doce años el equipo de Del Bosque, algo que se ha echado en falta ahora en La Roja– y también al liderazgo de Leo, que tiró del equipo al estilo Maradona. Había que establecer la comparación, porque ya dejará de hacerse.

La suma de estos factores fue dando resultado con victorias necesarias y, casi siempre, agónicas. Al límite. Así hasta llegar al día señalado. También contra Francia se repitió la historia. Argentina dominó con claridad y brillo hasta que emergió Mbappé. Después se recuperó del 'shock', volvió a aparecer Messi y su compañero en el arco, el 'Dibu', se puso el traje de Casillas con una parada en el descuento de la prórroga –recordó a la de Iker a Robben en la final ante Holanda– y con su actuación en la tanda de penaltis.

Igual sí estaba preparado un desenlace así, pero para que el relator 'riojano-argentino' al que me refería al inicio celebrase uno de los mejores cumpleaños de su vida.