Preguntas que ni se van a hacer
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EL REPASO ·
De cómo el juicio a Almeida se quedará sin responder a algunas dudas muy pertinentesJueves | Álex
De su paso por el periodismo de tribunales uno aprendió a tener mucho respeto por la gente que juzga. No porque sean los más altos ni los más listos (que hay de todo, como en todas partes) sino por lo infernal de lo que implica ... su tarea, ese decidir qué hacer con la vida de las personas. Y también, en fin, uno aprendió a tener humildad frente a la ley y el procedimiento, esas letras que nos separan de la barbarie.
Eso no quita para que, antes como ahora, uno lea algunas decisiones y se quede con un regusto amargo ahí, en el fondo de la boca, donde duelen las cosas que no van a tener solución ni explicación.
Que Francisco Javier Almeida mató al pequeño Álex es algo de lo que hay a estas alturas bastante poca duda. Aunque solo sea porque le pillaron con el cuerpo del pequeño en brazos. El juicio, cuando llegue, tendrá poca intriga y mucha tristeza.
Y aunque el monstruo es el monstruo y el culpable es él, hay algunas cosas que quedan por saber y que, si no cambian las cosas, no se van a saber.
La primera es por qué Almeida estaba en la calle. Cierto es que, más tarde o más temprano, iba a estarlo, Pero también que la prisión en la que estaba informó en contra de que se le concediera el tercer grado, y que Instituciones Penitenciarias revocó ese informe para otorgárselo. Y que luego, a consecuencia de eso, Almeida volvió a Logroño y obtuvo su libertad condicional. La acusación que representa a la familia había solicitado que todos esos informes constaran en el sumario. Y no lo van a hacer.
Luego Almeida estuvo en la calle 19 meses. Aparentemente durante ese tiempo ningún cuerpo de seguridad supo quién era ese tipo que estaba ahí, ni recibió denuncia suficiente como para haber tomado alguna medida.
Digo aparentemente, porque eso tampoco lo vamos a saber: también se ha rechazado que las comunicaciones o denuncias en los cuarteles de Lardero (Policía Local) o Villamediana (Guardia Civil) aparezcan en el sumario.
Son preguntas, buenas preguntas, que merecerían ser respondidas. Pero la Justicia, esa señora de los ojos vendados, ha decidido por ahora que ni siquiera sean formuladas.
El culpable, repito, solo es uno. Pero es pertinente preguntarse si algo más se hizo mal. Aunque la respuesta sea «no».
MARTES | INCENDIOS
Seis incendios (en el momento de escribir esto) en La Rioja Alta en tres días. De ellos, cuatro casi a la vez. Todos quemaron y comieron mucho, y uno de ellos estuvo a punto de subir monte arriba hacia las faldas del San Lorenzo. Solo unos retenes ayudados por un puñado de agricultores con tractor consiguieron evitar lo que hubiera sido un desastre imprevisible.
Y la sospecha: que hay alguien por ahí que lo está prendiendo. Uno casi prefiere pensar que no, que lo del martes fue una increíble casualidad, lo del miércoles un fuego más y lo del viernes a las tres de la mañana... un inexplicable nosequé.
Pero sospechan las autoridades que tanta casualidad más bien indica que hay un o unos pirados con mechero que andan detrás de esto.
Lo cual hubiera sido tremendo en cualquier momento, pero en este año en el que España arde por sus cuatro costados, en el que ha muerto gente y han desaparecido bosques enteros es algo sencillamente increíble.
Mejor que sea casualidad. Y si no lo es, mejor que el pirado pierda el mechero o acabe detenido. Porque qué miedo da.
JUEVES | LA ROJA
No he visto muchos partidos de fútbol femenino en mi vida. Y ninguno con tanta emoción como los que he ido sufriendo en la Eurocopa a lo largo de los últimos días. Soy, pues, un converso de última hora.
Y no soy el único. Unos tres millones de espectadores vieron la desdichada prórroga del España-Inglaterra, después de haber visto una exhibición de fútbol de las españolas.
Que merecieron más, pero esa es otra historia. La verdad es que La Roja juega y hace disfrutar. Y que algo ha cambiado en nuestro reconocimiento de su esfuerzo. Ese camino ha arrancado. Ahora, como siempre, falta un trofeo que lo apuntale.
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