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Porky, Porky, nuestro rey

Porky, Porky, nuestro rey

OJO DE BUEY ·

Domingo, 16 de enero 2022, 01:00

En el calendario chino, no volverá a celebrarse oficialmente otro «año del cerdo» hasta el 2031, creo, pero en nuestro calendario, político y científico, hemos iniciado oficiosamente, en el presente 2022, un año del cerdo, a todos los efectos. Empezando por la ciencia, parece que ... un corazón humano roto puede ser sustituido por uno de cerdo. No se trata de fantasías animadas de ayer y hoy, sino de una realidad: se ha logrado esta semana en Estados Unidos. Había, por lo visto, un porcino donante. Qué buen corazón. En cuanto a la política, la española, Orwell hubiera alucinado viendo qué tipo de rebelión se ha armado en la granja. En la suya, por cierto, había estabulado un curioso trío de cerdos: Napoleón, Snowball y Squealer, cuya cadena de mando era una fábula sobre el poder. También habría podido Orwell leer The Guardian, de primera mano. Por aquí, las purinas habituales, enrareciendo el ambiente. Y un ministro en la mesa de operaciones: tácticas, de cirugía electoral y fuego amigo. No es una cuestión de corazón o de ciencia. Y eso que, por otro lado, el cielo está limpísimo. Mejor, mirar para arriba. El caso es que el ser humano tiene en el cerdo un semejante «favorito sin igual», como ya decía de Porky su canción, con la que se abría el Festival de Porky. Nuestro rey en la merienda, en la tarde y en la televisión. Era más que un Festival –pues también tenían el suyo propio Tom y Jerry u otros cara cartoons–; era, cito por la canción, un canal: «que hay que sintonizar, el programa que debes ver». Cuando acababa el programa, sacado a hombros por el pato Lucas y el gato Silvestre, efectivamente sentía el niño que el día empezaba a declinar, y por eso aquello de «lástima que termino el festival de hoy», que aún decimos cuando se acaba lo bueno. Pero no todo acababa cada tarde, porque el Festival era la promesa de volvernos a encontrar con él, y su pandilla, a la tarde siguiente: «pronto volveremos con más diversiones te esperamos con afán; siempre alegras nuestras vidas con tu festival; te esperamos en la televisión que nos hace gozar...». Era, sin duda, además de «nuestro actor favorito», el rey de nuestra pequeña granja. Y pudimos asistir a muchas metamorfosis de Porky, de granjero a pequeñoburgués, con pajarita. Caracterizado por una leve tartamudez que aún lo humanizaba más. La figura, el personaje al que la fábula, la caricatura y la moraleja han elevado al animal que es el cerdo abarca prácticamente toda nuestra tipología, y simbología. Solo en el cuento de los 3 cerditos quedan reflejados caracteres distintos y lecciones sobre el comportamiento. Quizá, los primeros seres diversos que distinguimos muchos niños fueran el vago, el glotón y el trabajador, asociados a tres tipos de casas distintas, construidas con materiales distintos: paja, madera, ladrillo. Primera clase moral de arquitectura. Pero comprende más historias, con destino en la edad adulta. Edward Albee tuneó la canción de la versión de Disney Who's afraid of the Big Bad Wolf? (¿Quién teme al lobo feroz?) 'convirtiendo' al lobo en Virginia Woolf, y así: ¿Quién teme a Virginia Woolf?, drama de personajes atrapados en una casa (de material extraño) y amenazados por cierta clase de lobos (el lobo: otro animal polisémico, con muchas facetas, y colmillos). El niño y la niña también ven pronto, por ejemplo, que el ahorro y su premio, la fortuna, tienen la forma de un cerdo de barro o de plástico. Y ya de mayores descubrirán que hay muchos que van por ahí de «pata negra». Y luego está el cerdo, claro, El cerdo, la pieza (mejor dicho, el despiece) teatral de Raymond Cousse, o La estrategia para dos jamones, como se titulaba la novela de origen. Juan Echanove encarnó a este cerdo, más humano que los humanos, a principios de los 90. Lo encarnó literalmente: lo vivió, lo convivió, lo padeció. Función a función. Eran uno. Estabulados en escena. El cerdo trataba, trata, de la macrogranja en que en muchas ocasiones se convierte la sociedad, la vida. De la soledad, de la condena. Del ser cerdo en cuerpo y alma. Esto es todo amigos.

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