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Neolengua: invento patentado por el escritor George Orwell para definir la tendencia de unos gobernantes de ficción (los protagonistas de su obra '1984', novela de anticipación que ahora toma cuerpo entre nosotros) a embarrar la manera de expresarse hasta devenir en un instrumento ... de comunicación sólo hábil para elegidos. Al Parlamento ya llegaron en la anterior legislatura estos expertos en el nuevo lenguaje; hoy, en el mandato inaugural de Concha Andreu, algún adalid de la neolengua se ha hecho fuerte en el banco azul, donde asiste en perfil bajo al nivel de perfeccionamiento en el teatro del absurdo que distingue al principal grupo de la oposición: su en teoría líder mira el móvil desde la Mesa mientras su portavoz pregunta al Gobierno actual por esas minucias (sanidad, agricultura, turismo) que figuran en el debe... de los anteriores ocupantes del Palacete. Ellos, el PP. Ese grupo al que Andreu aludió este jueves, con su desenvoltura habitual, con una fea expresión: «Ceniceros y cuadrilla».
Ay, el lenguaje. Esa nadería que sin embargo oculta una importancia mayúscula, superior a la que sus señorías le conceden. Mientras se enredan en las promesas de renovación que siguen sin fructificar en el Legislativo, el debate encalla en una eterna revisión del pasado, una lectura tan interesada para Gobierno y oposición que acaba convirtiendo sus respectivas opiniones en irrelevantes. El PP sigue olvidando que ocupó el poder en La Rioja durante un cuarto de siglo y hace tan feliz a Andreu que este jueves incluso se atrevió, en defensa de su gestión casi neonata, a irse de excursión hasta el 2011, nada menos. Un viaje hacia la nostalgia, emprendido curiosamente de la mano del PP: invita a la ternura ver cómo sus diputados añoran los días de Gobierno omnímodo, sus confortables mayorías absolutas...
Material para la melancolía. Que irrumpe en el debate acompañada por otro tipo de excursiones, también propias de estos plenos, por el barullo de la vida nacional, a la espera de convertir a sus señorías en profesionales del Legislativo. Un encargo entendido como palanca que les impulse a un futuro más dichoso en lo laboral y nos guíe a sus representados al edén prometido. Donde se materialice ese hallazgo reciente de la neolengua: la Dirección General de Políticas Palanca (sic), misterioso alto cargo enrolado en la Vicepresidencia que tutela Pablo Iglesias. A La Rioja aún no ha llegado esta joya, aunque sus compañeros de Los Chapiteles habrán tomado nota y confirmado que pueden mejorar ese mundo de fantasía contra el que se rebeló el consejero Celso González, apóstol del pragmatismo.«Queremos hechos», rogó. Bienvenido al club. Y que tenga suerte.
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