El poderío de los jubilados

Aludía en la primera línea de mi escrito a las sorpresas porque el suceso me ha venido que ni pintado. Sucede que desde hace algo más de medio año vengo trabajando junto con un amigo mecánico en un proyecto que quiero cumplir aprovechando mi gozosa jubilación: quiero dar la vuelta al mundo en submarino. La primera persona a quien se lo notifiqué es a mi amigo Buenaventura, el mecánico; la segunda, a mi Maite, la cual, además de informarme de que estoy loco, extremo que un servidor ignoraba, me ha asegurado -junto con su socia- que no puede alejarse del negocio de moda en Vitoria durante tantas jornadas de duración del viaje. Y, de manera tajante, ha añadido que de llevarme al viaje al gato Feroche nada de nada, ni con la inclusión de un cargamento especial de anchoas de las de Revilla.

El caso es que estamos haciendo pruebas -por ahora- con uno de esos depósitos grandes de camiones de CAMPSA que sumergimos los sábados por la tarde en la piscina del chalé de un amigo y en enero comenzaremos las pruebas en el Ebro en un remanso que nos ha aconsejado un conocido nuestro de Varea, afamado puerto romano otrora. Parte de la travesía va a coincidir con la del submarino antes citado, ya que el martes pasado fue publicada en Diario LA RIOJA dentro de un reportaje, cuya página recorté. Es cierto que un submarino de esas características sale un poco caro para un bolisillo normal, por ejemplo el de usted, pero vamos a esperar a ver si lo conseguimos a un buen precio en una de esas subastas que de vez en cuando convoca la Guardia Civil.

Por lo demás, percibo en la ciudadanía una atención especial al resultado de la formación de gobierno en Madrid. Estoy convencido de que este período de negociaciones va a conseguir que la mayoría de los españoles adquiera algo así como un máster extraordinario en política porque el proceso va por muy buen camino, así que dejará contentos a todos. Ello nos permitirá abordar nuestro periplo subacuático con una serenidad y un arrojo genuinamente españoles, demostrando el poderío que atesoramos los jubilados. Feliz fin de semana, que estoy que me salgo.