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Ser cristiano es algo más (de hecho, bastante más) que ir preocupándose de las cosas de los bajos. Es decir, dentro de las preocupaciones de un cristiano de pro tal y como está el mundo (y tal y como corren las injusticias sociales, las diferencias ... entre ricos y pobres, lo mal que lo pasan muchos de nuestros vecinos) con quién se acueste cada uno debería ocupar un puesto muy bajo de la lista.
Y sin embargo, estos autodenominados «Abogados Cristianos» y este autodenominado portavoz de la asociación «Los niños son intocables» básicamente sólo se ocupan de eso. No andan por los colegios pidiendo más medidas de atención a los más pobres, no. Andan por los colegios pidiendo que a los niños no les hablen de que hay personas que prefieren, para eso del querer, a la gente de su mismo género. Y para ello emplean las manipulaciones más burdas, que si cuelan, cuelan. Como ayer mismo, cuando la presidenta de los nosequé cristianos acusaba a la directora del Vicente Ochoa de estar «imputada», algo sonrojantemente falso.
Los colegios están para contar a los niños el mundo tal y como es, o al menos la versión más aproximada que seamos capaces de darles. Y en ese mundo resulta que hay mucha gente que no puede definirse como heterosexual. Y eso no es ni bueno ni malo, ni nadie tiene que venir a decir que es bueno o malo. Simplemente es así, ha sido siempre así y siempre será así.
Lamentablemente, otra cosa que siempre ha sido así y, ay, siempre será así, es que hay personas con enormes prejuicios y una mirilla muy estrecha para ver la realidad. Pero ese es su problema, no el de las escuelas.
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