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No sé si han notado que ahora, en los baños de los bares, la luz automática se apaga antes. Entras a hacer pis, se ilumina el cuartito y te dispones para la micción, pero al poco de empezar, ¡plas!, el cubículo se queda a oscuras ... provocando perplejidad y tribulación. Es tal el desconcierto, que te olvidas por un instante del trance mingitorio, un estremecimiento te posee y se produce un efecto regadera que salpica y azora. Al instante, recuperas la compostura, te percatas de la situación e intentas controlarla: debes moverte para que la célula fotoeléctrica te perciba y avise al temporizador. La escena es inverosímil: tú, a tu edad, bailando la danza del vientre en un váter, aireando tus vergüenzas y a oscuras. Pero te contorsionas y la luz se hace, aunque la alegría luminosa dura un instante. Allí manda el temporizador, que exige destreza y rapidez. Desesperado, bailas el 'pis plas' y meas a la vez para así conseguir la luz perpetua. La aspersión es mayúscula y no puedes evitar un razonamiento microeconómico: lo que el hostelero ahorra en luz, se lo va a gastar en lejía.

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larioja El 'pis plas'