El plan de paz para Ucrania presentado por China ha sido acogido con un lógico escepticismo por Occidente al no distinguir entre el país agresor y el agredido, no reclamar la inmediata retirada de las tropas del Kremlin y no concretar si la incuestionable exigencia ... de respeto a la «integridad territorial» incluye las zonas ocupadas ilegalmente por Rusia desde que se anexionó Crimea. La solución política patrocinada por Pekín, inclinada hacia las tesis de Moscú pese a sus esfuerzos por aparentar neutralidad, sería más creíble si no hubiera sellado una «amistad ilimitada» con Rusia días antes de la invasión ni mantenido una férrea negativa a condenarla sin subterfugios, reiterada esta misma semana en la Asamblea General de la ONU. Sus supuestas intenciones de suministrar armas a las tropas de Vladímir Putin tampoco favorecen el futuro de la propuesta. Es necesario redoblar los esfuerzos diplomáticos que allanen cuanto antes el término del conflicto. Aunque, en realidad, para ello bastaría con que Rusia cesara por fin su agresión y asumiera el derecho de Ucrania a trazar libremente su destino. Las ansias de paz no deberían favorecer recompensas a tiranos que les inciten a perpetrar nuevas fechorías.

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